Las luciérnagas (lampyridae) son uno de muchos símbolos interpretados en las leyendas mexicanas prehispánicas. Al igual que el colibrí, fue un tótem prehispánico que mimetizaba el nacimiento del fuego a partir del trueno. Mediante una chispa –o como estrellas del bosque–, distraían al viento para que no fulminara el fuego recién creado por el hombre.
Por esta razón es que en todo México encuentras numerosos paisajes (especialmente montañas boscosas) donde habitan luciérnagas. El pueblo de Nanacamilpa, en Tlaxcala –un sitio posado en las faldas del volcán Popocatepetl e Iztaccíhuatl–, dedica un santuario especial para este precioso escarabajo bioluminiscente. El bosque de las luciérnagas se tiñe de miles de luces entre los meses de junio y agosto donde, en una idílica muestra de romance frente a su pareja macho, las hembras consiguen secretar la luciferina y luciferasa que hace de sus cuerpos un ente atractivamente fosforescente. En este santuario de aproximadamente 200 hectáreas de bosque de oyamel y coníferas, se pueden ver miles de luciérnagas tan solo se pone el sol.
Para este destino en especial, es preciso llegar antes de las 7 pm, puesto que a esa hora se cierra el portón que impide que las luces externas contaminen el espectáculo visual. Ya dentro, el recorrido dura una hora y se puede ver brillar únicamente estrellas –estrellas entre los árboles, como un poema dedicado al cielo, o un elogio de la naturaleza hacia aquella ley universal que dice: todos somos polvo de estrellas.
Si planeas visitar el santuario, tienes la opción de acampar o reservar con meses de anterioridad en alguno de los hoteles cerca (que también tienen su área para acampar).
*Imágenes: 1) mexicocarrental.mx; 2) www.posta.com.mx