La vocación del Museo Nacional de San Carlos es la de preservar, difundir y estudiar el arte europeo desde el siglo XIV hasta principios del XX, a través de la presentación de los máximos exponentes de su colección, considerada una de las más importantes de Latinoamérica.
Una colección con más de 2000 piezas
En su colección destacan: tablas del gótico catalán, obras de Pedro Berruguete, Lucas Cranach, Jacopo Carrucci el Pontormo, Alonso Sánchez Coello, Francisco de Zurbarán y Jacopo Robusti el Tintoretto, Cristobal de Villalpando, Franz Hals. Además de piezas que testimonian el siglo XVII en Flandes y Holanda y obras destacadas de la producción académica y romántica del XIX como los son las creaciones de Pelegrin Clavé, Eugenio Landesio, Edouard Pingret, Juan Cordero y Germán Gedovius por sólo citar a algunos creadores. Entre sus 2017 piezas, también se encuentran magníficos grabados de los siglos XVI, XVII y XVIII, yesos y esculturas del siglo XIX.
Entre las tareas del museo están, primordialmente, la presentación de sus colecciones y la organización de exposiciones temporales, acompañadas de actividades como coloquios, seminarios y conferencias, lecturas, talleres de fin de semana, conciertos y visitas guiadas en torno a sus temáticas y una vasta oferta para público con capacidades diferentes. También se llevan a cabo actividades extramuros que se traducen en visitas a hospitales o comunidades marginadas, en el Estado de México, a través del vehículo "El Museo de San Carlos visita tu comunidad".
Historia
De 1899 a 1932, el antiguo palacio de los Marqueses de Buenavista proyectado por Manuel Tolsá, sirvió de asiento a la fábrica de tabaco “La Tabacalera Mexicana”. Ello dio nombre a la zona actualmente conocida como colonia La Tabacalera. Posteriormente, el edificio pasó a ser ocupado por la Lotería Nacional, Secretaria de Comunicaciones y Obras Públicas, y por otras varias oficinas de gobierno hasta su restauración en 1965. Primero para destinarlo a escuela de salud publica y Preparatoria No.4 y finalmente adecuarlo como museo para recibir las colecciones europeas del INBA, provenientes de varios acervos como el de la Antigua Academia de San Carlos; la creación de un patronato fue decisiva, en 1979, con lo cual ampliaría sus instalaciones, adquiriría obra y gestionaría recursos para beneficiar al recinto.
La azarosa vida del edificio lo ha hecho desempeñar las más variadas funciones y albergar diversas personalidades de nuestra historia. Fue efímera morada del Mariscal Bazaine, jefe de las tropas invasoras de Maximiliano, quien se lo cedió en 1865, cuando el francés se caso con Josefa de la Peña y Azcarate, debiendo devolverlo a la nación si regresaba a Francia. Un año más tarde, antes de su huida, el Mariscal trató de obtener la dote de 100,000 pesos asignada por la nación a su esposa, en caso de devolver el edificio. Las condiciones del país lo hicieron imposible y años después, cuando la señora Bazaine regresó a México tratando de recuperar la casa, la nación le negó su demanda. La enorme propiedad fue fraccionada en 1873, abriendo calles y haciendo predios, en uno de los cuales se levantó, años más tarde, la estructura del Palacio Legislativo. Obra inconclusa por la caída del general Díaz, su cúpula central fue aprovechada por el arquitecto Carlos Obregón Santacilia para, en 1938, proyectar el Monumento a la Revolución.
Ubicación
Ubicado sobre la avenida de mayor historia de la Ciudad de México, la antigua calzada de Tlacopan, el Museo Nacional de San Carlos se levanta en el tramo hoy conocido como Puente de Alvarado. El nombre recuerda una derrota durante la época de la Conquista, sucedido el 30 de junio de 1520, que culmina con la precipitada salida de los españoles por la calzada de Tlacopan hacia el pueblo de Tacuba. Conocido también como la famosa “Noche Triste”, alegre para los indígenas, por haber llorado Hernán Cortés su derrota en el poblado de Popotla, al pie de un ahuehuete, cuyo muerto tronco ha resistido la barbarie de nuestra época, negándose a desaparecer aun ante intencionales intentos de quemarlo –lamentablemente, ya desapareció–.
Al huir Pedro de Alvarado, la leyenda lo describe dando un salto portentoso para salvar un caído puente, alarde que como dice un historiador: “de haber sido cierto, hubiera dejado más esclarecida su ligereza que acreditado su valor”. Otra versión, más apegada a la verdad, lo describe huyendo en ancas de la yegua de un tal Gamboa después de que, maltrecho, había cruzado por una viga puesta para salvar la acequia. Perenne recuerdo del suceso hace el nombre de la calle, Puente de Alvarado, en cuyo no. 50 se levanta este Museo de San Carlos.
Arquitectura
Uno de los más elegantes palacios virreinales, obra del arquitecto valenciano Manuel Tolsá quien llegó a nuestro país en 1791 comisionado por el rey de España Carlos IV para dirigir la cátedra de escultura de la Real Academia de San Carlos. Construyó también el edificio de los Marqueses del Apartado así como el conocido Palacio de Minería ubicado sobre el mismo eje, en el único tramo que lleva el nombre de Tacuba y a donde se trasladó la más celebre de sus obras escultóricas, el famoso “Caballito“, escultura ecuestre de Carlos IV, así como la conclusión de la Catedral Metropolitana. El magnífico edificio fue encargado por la primera marquesa de Selva Nevada, Antonia Gómez Rodríguez de Pedroso y Soria, aunque fue su hija, la Marquesa de Pinillos, la que lo concluyó, se le conoce como el palacio de los Marqueses de Buenavista, titulo heredado a su segundo hijo, quien al morir no lo llegó a ocupar, aunque dio nombre al barrio y a la estación ferroviaria que por muchos años estuvo en esa zona. A Tolsá se le considera el introductor del neoclasicismo en México.
El edificio construido en cantera gris está distribuido en dos plantas, la superior de mayor altura. La escalera de excepcional belleza recuerda la del Palacio de Minería. Por la organización simétrica de las partes que componen la fachada, así como la disposición de balaustradas y copones que rematan los muros, recursos formales distintivos de la obra arquitectónica de Tolsá. La singularidad de este palacio radica en la conjunción de dos estilos: el barroco y el neoclásico, que ofrecen a quien lo visita una placentera sensación de hospitalidad, debido a las formas curvas presentes en diversos espacios, el ordenamiento de los mismos y a la escala humana con la que fueron proyectados. El gran patio principal singular por su forma oblonga lo circundan en ambos pisos unas columnatas y galerías de bellas proporciones que dan acceso a grandes salones que conservan características de la época.
Horario: martes a domingo de 10:00 a 18:00 horas (maestros y estudiantes con credencial tienen libre acceso).
Sitio del Museo Nacional de San Carlos: mnsancarlos.com
* Imágenes: 2) Episodio del diluvio universal de Francesco Coghetti, por Fabiola Navarro; 3) Acervo INBA; 4) mexicity.gob.com