Cuando hablamos de minerales es imposible no remitirnos a la alquimia y a sus secretos doctrinales, embestidos de metáforas de la creación del hombre, o de los procesos químicos esenciales que originan la vida del universo. Fue mediante la mineralogía que el alquimista intentó reconfigurar la estructura de algunos metales innobles para transformarlos en oro y plata, pero también para hallar la piedra filosofal, la sustancia primigenia que, entre otros términos, sería pensada como elixir de vida, anima mundi o la “primera cuestión de todas las cosas”. La alquimia no sólo encontró en los minerales las verdades universales que construirían las bases de la Ciencia moderna, planteó también la posibilidad de encontrar en la tierra un pequeño reflejo del ser humano y del cosmos. Y bajo esa premisa podemos indagar con mayor fascinación en el origen de los minerales que componen nuestra tierra, que a la postre se trata de una idílica refracción de quienes la habitamos.
México, desde siempre, ha sido escenario fértil para la creación de minerales y rocas preciosas; encontramos el jade, la turquesa, la obsidiana, el ópalo, el topacio y el ámbar como algunos de los máximos símbolos de la cotidianidad prehispánica y los motivos ceremoniales —la mayoría de estos poseen el título de “gemas”. Se puede evidenciar la sacralidad de estas piezas en artesanías religiosas como la extraordinaria máscara de Calakmul, una especie de representación cósmica que contiene toda la filosofía y la escatología del universo maya, y que fue fabricada en su totalidad con jade. La importancia de los minerales en el México prehispánico se ve reflejado incluso en la lengua náhuatl, que posee un vocablo exquisito sobre conocimientos minerales.
El mismo Hernán Cortés acentuó con especial relevancia su asombro por los ornamentos hermosos de la Tenochtitlán fabricados a base de minerales endémicos. Y con la llegada de maquinaria exclusiva desde Europa –a partir de la colonia y hasta el siglo XIX–, la minería fue una de las industrias más persuasivas. Aún para muchos, la mineralogía mexicana es un tema hermético (y quizás el que poco ha adquirido relevancia), más sin embargo hermoso y muy presente. Su clasificación varía según su composición química y estructura interna, misma que puedes consultar aquí con la información completa sobre cada uno de los minerales. Y acontinuación algunas fotografías de los más preciados y preciosos:
Hasta hoy, la tierras mexicanas siguen siendo un fontanal de riqueza en toda la expresión de la palabra. Y de alguna manera el mismo código genético está abrazado por ellas. Basta con mirar al cielo y percatarse de las partículas que están presentes sobre nosotros, pues a fin de cuentas, tanto las nubes como las estrellas son manifestaciones del reino mineral.