La obra de la artista chicana Ana Serrano es una auténtica curiosidad. Probablemente porque las miniaturas siempre llaman a nuestra mirada. Nos encanta la posibilidad de reinventar los objetos más cotidianos en el acto de dimensionarlos distinto.
Este es tal vez el propósito central de sus piezas: redimensionar. Sus entrañables "barrios" en miniatura demuestran la belleza inherente a estas colonias binacionales que normalmente se oculta tras nuestros prejuicios.
La artista mexicoamericana, nació en Los Ángeles, California y siempre ha estado rodeada de estos espacios "latinizados", coloridos y adornados con detalles de la cultura popular que evocan los rincones más familiares de México —y otros países al sur de la frontera— combinándose con la realidad migrante.
También en Más de México: Finos retratos de siniestra simetría, cortesía de un arquitecto mexicano
Las miniaturas de esta artista no son reproducciones; se ensamblan como sueños que enfatizan los detalles que se instalaron en su memoria: rótulos divertidos, grietas en las paredes, objetos desechables convertidos en adornos (como cubetas-maceta) y una extraña arquitectura que va de lo humilde o discreta a lo extravagante, según el gusto de quien la habita.
Y más que los habitantes, a Ana Serrano le interesa el "habitar". Por eso se concentra en la manera forma en que las personas "mejoran" sus viviendas o se apropian de ellas, aunque sea con los objetos o herramientas que tienen a la mano.
En un acto ingenioso, reservado y muy resiliente, los migrantes hacen suyo el espacio en donde viven, lo "territorializan" y construyen una perfecta mezcla que se siente como "casa", desde cualquier ángulo que se mire.
Conoce más de la obra de Ana Serrano aquí.