Entrevista con Name Villa del Ángel, de la Asamblea Ecologista Popular.
La Asamblea Ecologista Popular es "una alternativa política apartidista desde los movimientos sociales y juventudes" que lucha contra la crisis climática desde el Sur Global, y en Más de México platicamos con une de sus integrantes para explorar nuevas formas de narrarnos la crisis climática y entender, realmente, qué es lo que está en juego.
Encontrarle sentido a la existencia nunca había sido tan complicado. Más allá de la pandemia, este hecho responde a un esquema civilizatorio que lleva décadas en proceso de derrumbe y que cada día es más evidente: sistemas políticos y económicos que responden a grandes intereses y no a amplias subjetividades; la pérdida de más del 50% de la vida salvaje; la despolitización de lo político; el culto al individuo y las fisuras de lo colectivo; jerarquías sociales que se sobreponen a la posibilidad de construir desde vínculos horizontales; la tierra frente al territorio, y una abstracción de "lo humano" donde lo utilitario importa más que los derechos y complica el simple acto de reconocer a lo otro y construir desde la periferia.
Al centro de todo esto, está la crisis climáticas; al centro de todo esto, estás tú.
Quizá esta entrada parezca desoladora, pero en realidad se trata de una oportunidad de resanar los anti-méritos acumulados como especie. De esta alternativa afloran dos preguntas. ¿Qué está en jugo cuando hablamos de la crisis climática? ¿La supervivencia de la especie? Name, de la Asamblea Ecologista Popular, nos da una pista exquisitamente profunda, más allá de lo evidente, por su rica sencillez. Lo que está en juego, además de la subsistencia, es la dignidad. Una dignidad que debe ser compartida o difícilmente es digna.
Hay estudios que afirman que algunos de los efectos de la crisis climática serán irreversibles aunque logremos, por ejemplo, cumplir con los acuerdos de París. Si ese fuera el pronóstico general –el fin irrenunciable–, siguiendo la lógica de Name, la vida todavía tendría valor si entendemos que estamos en un proceso por re-dignificar nuestro paso por este mundo y recuperar, justamente, el sentido de existencia. La dignidad como un pulso, cambia la perspectiva. Quizá, paradójicamente, la forma de sobrevivir sea no enfocarnos en eso. Pero lo cierto es que la última palabra todavía no está sobre la mesa.
Imaginación política. Esa es una de las vías que Name procura en su labor dentro de la Asamblea Ecologista Popular. La imaginación parte del vacío que acoge toda posibilidad, pero no está anclada a la nada, siempre tiene referentes y horizontes. Es la posibilidad de pensar en eso otro que no es en este momento. Pero el simple hecho de tenerlo en mente, lo invoca, lo hace presente y traslada a planos cada vez más cercanos a lo real. La política trasciende a la figura del Estado. En la conjunción de estas dos palabras, imaginación y política, se desdobla un terreno creativo inmarcesible, si lo aprendemos a cultivar. Y para nuestra fortuna, México podría jugar un papel fundamental. Porque, en muchos casos, ni siquiera hace falta imaginar lo impensable, sino mirar y reconocer realidades latentes; estudiar los procesos políticos de diferentes comunidades que por años han vivido de formas sostenibles que no pueden pensarse sin justicia social; el uso de tecnologías sofisticadas que no necesariamente se desprenden de los discursos enmarcados por la innovación.
Reimaginar nuevos futuros
¿Por qué nace la Asamblea Ecologista Popular?
Estábamos insatisfeches hacia dónde se estaba moviendo el movimiento climático. Ya estaba la ciencia hablando del tema, pero era muy blanca, europea y no política; no era sostenible para países como México, pues es un territorio hecho a empujones y que ha forzando a ciertas comunidades a aceptarse parte dé. En la Asamblea sentimos que había sido difícil empujar en México otras narrativas, en torno a el movimiento climático. Ahora sabemos que la justicia climática requiere de justicia social y es algo que se ha entendido a través de crisis muy densas que hemos tenido que aprender de mal modo, en diferentes espacios. El privilegio de ciertas personas no les permitía ver los problemas, pero conforme se van perdiendo privilegios, se llegan a ciertas conclusiones. Antes se pensaba a la ciencia como apolítica, hoy, ya no es el caso.
Desde un inicio, aunque somos de entornos urbanos, la Asamblea forma parte de otros movimientos sociales y periferias en ciertos sentidos. Hay muchas mujeres, personas racializadas, gente queer y neurodivergente. Yo, por ejemplo, soy queer y autista.
Pensamos que las instituciones que se desarrollaron mediante el Estado nos permite una alianza política, pero hay que entender que hay que defender las autonomías y las libertades que no se les han permitido a comunidades de acá por el colonialismo interno.
¿Por qué diseñaron su iniciativa bajo un esquema de asamblea?
Buscamos cierta visibilidad multiescalar y multisectorial. Hay gente de defensa del territorio que no le entra al rollo institucional, pero sí a lo democrática con modelos comunitarios de asamblea. Algunas personas creen que se puede cambiar las cosas para bien, mediante legislaciones activas y ciertas prohibiciones a las personas que son responsables de esta crisis, porque no es toda la humanidad, tienen nombre y apellido. Así, pensamos en un espacio de discusiones en conjunto para posibilitar el diálogo entre personas que no lo harían en otros contextos. Después de más de 8 meses de investigar y debatir, llegamos a la conclusión que, más que una agenda, se necesitaba un espacio para convivir y tomar decisiones en conjunto. Se trata de habilitar a las personas para hacer lo que ya podrían hacer sin el poder del Estado. Más allá de los pactos ecosociales, la Asamblea busca ser una institución permanente para interpelar a las instituciones, pero también para tomar el control en nuestras manos y las de las comunidades.
Platícanos un poco sobre sus pactos ecosociales y los objetivos de las reformas legislativas para la recuperación económica.
Están pensados desde la recuperación económica, porque actualmente la sociedad se ha dado cuenta de ciertas problemáticas. Y la narrativa de la crisis económica facilita entender que la crisis económica no es nada más la crisis climática y que no es nada más la crisis climática, es la crisis ecosocial; pero no es nada más la crisis ecosocial, es la crisis civilizatoria en general.
Sentimos dentro de la Asamblea que era una buena forma de interpelar al contexto actual, entendiendo que con recuperación económica no nos estamos refiriendo a regresar al sistema actual, sino directamente hacer un proceso crítico y entender, realmente, qué significa la recuperación, y recuperación para quién. ¿Recuperación para les empresaries que siguen queriendo seguir por el mismo camino? ¿Recuperación para las personas que quieren hacer una transición energética pero no de manera justa, a costa de los pueblos? O, más bien, hablamos de recuperación para estas comunidades que desde 1982, 1994, 2008, 2020 han perdido calidad de vida en México y no han recuperado eso. Porque las crisis económicas de los últimos años, han sacrificado a las personas más vulnerables para crear una recuperación que sólo se destinó a las personas que monopolizaron el poder, monopolizaron las industrias, monopolizaron el sistema financiero. Y pues eso, estamos tratando de que sea una recuperación económica al revés.
Y ¿qué significaría eso en el contexto de la crisis climática? Implica algo súper complejo y las soluciones tienen que ser pensadas dentro de la asamblea en agosto.
¿Se trata entonces de una reprogramación económica para no reproducir el modelo actual que es cruel, injusto y crudo?
Sí. Justo por eso hemos discutido sobre el desarrollo alternativo dentro de la Asamblea, y es muy complejo porque muchas veces ni siquiera significa desarrollo, sino significa directamente permitirle a ciertas comunidades renunciar a lógicas desarrollistas que se les han impuesto. Se trata de comenzar a hablar del buen vivir, de la diversificación de las formas de existencia. Y por eso se necesita repensar y re-articular ciertas palabras que han sido cooptadas completamente por el sistema, pero también evitando que estas palabras en sí nos coman, como pasa con el concepto de recuperación económica el el de desarrollo.
Esta renovación de la civilización de la que platicas implica refundar mitos como los de progreso, modernización o desarrollo, que justifican daños históricos y presentes, como el caso del Tran Maya. En ese sentido, ¿cuáles podrían ser estos nuevos mitos?
Los movimientos climáticos más exitosos son aquellos que proponen a la democracia como una manera alternativa para hablar de cómo se administra el sistema energético, político, económico: ¿cuál es la relación entre la decisión colectiva y la solución crisis climática? Y siento que los mitos se deberían a empezar a construir por ahí, mediante decisiones colectivas. La razón por la cual se construye mediante decisiones colectivas es porque entendemos tanto a la política, como a la economía, como a la relación que tenemos con la naturaleza, la ecología, etc., como una forma de crear comunidad y crear subjetividades. Entonces, más bien, se trata de dejar de creer en este sistema como de conceptos y sistemas parcelarios y concesiones que nada más tienen una persona, que sólo los tecnócratas tienen derecho de hablar de ciertos temas y aceptar que toda la población tiene derecho a hablar de su tema. Y que especialmente las personas que viven las consecuencias de tal o cual circunstancia, son quienes, aunque no tengan un doctorado en quién sabe dónde, pueden llegar a tener propuestas muy interesantes. Y siento que de ahí viene la circunstancia en la que estamos en el Sur Global.
Osea, hay dos potencialidades, o dos futuros para el Sur Global dentro de la crisis climática: una, es que se mantenga la misma lógica actualmente a nivel global y que, por lo tanto, quienes ya territorialmente somos víctimas, lo terminemos siendo aún más y colapsemos simplemente; otra, que precisamente por el hecho histórico de que no hemos tenido los intereses del sistema y que se nos han impuesto este tipo de cosas, pues es por ello que las alternativas más interesantes y la experiencia con mayores tradiciones, más diversificada, puede aparecer aquí. Entonces tenemos que dejar de pensar que el movimiento climático vienen del Norte Global y las grandes instituciones van a venir de Inglaterra o de Suecia y, más bien, entender por qué el Sur Global es uno de los grandes espacios para poder llegar a esas nuevas alternativas, de una manera mucho más creativa y no por los espacios que en su mayoría ya fueron cooptados por la lógica actual.
Es por eso importante que el año pasado se haya empezado a hablar de decolonialidad y se haya comenzado a hacer una crítica incluso dentro de los mismos movimientos sociales, como el feminista, sobre el racismo y otras variables que llegaron a hablar mucho de interseccionalidad, pero incluso dar un paso más allá: no nada más cierta vinculación entre una lucha y otra, sino la imposibilidad de entender una lucha sin pensar en los otros. Y siento que ese mismo proceso está pasando con la lucha climática aquí en México y con la lucha ecologista y el ambientalismo.
Necesitamos entender que el cambio climático tiene, siempre, repercusiones sociales. Quizá la falla de origen se desprende de la disociación de realidades que son indivisibles: lo natural, lo social, lo humano. El gobierno de México frivoliza la lucha ambiental porque parece una preocupación secundaria, en un país donde hay más de 52.4 millones de personas en situación de pobreza. ¿Cómo transmitir que no se puede sanar un lugar o resolver problemas estructurales sin considerar lo medioambiental?
Hay distintas opiniones dentro de la asamblea, cada quien tiene su propio mundo. Pero lo que hemos discutido mucho en la Asamblea es en esta relación entre la opresión que están sintiendo ciertas personas y, también, cómo se trata a la naturaleza, pues es muy similar. La lógica de la opresión a la naturaleza viene de una lógica que empezó, antes que nada, a jerarquizar y a oprimir a otros seres humanos. En una lógica de que tal persona es más importante que tal persona, sólo tal persona puede tomar decisiones o tal persona es sacrificable. Son estas lógicas las que también permitieron decir: nosotres como humanidad somos algo ajeno a la naturaleza y, por lo tanto, la naturaleza también es sacrificable, oprimible y mil etcéteras. Pero algo importante también, al hablar de este tipo de temas, es que tampoco caigamos en negar la importancia de que nosotres también somos naturaleza. Hay ciertas características de las que también formamos parte, no tenemos que negarlas. Más bien tenemos que llegar a una síntesis de manera inteligente, para formar parte de un sistema que realmente resuelva el cambio climático y otras luchas sociales.
Pongo el ejemplo de la tecnología. Muchas veces se piensa desde el imaginario occidental científico y de las clases altas, pero ¿qué significa ciencia y técnica? Hay que entender que forman parte de un contexto histórico que también es político y tal; hay que entender que muchas comunidades también crean tecnología. A la gente que cree que la única salida es mediante la innovación, la ciencia y la tecnología, yo les diría que reflexiones si no podrían ser, precisamente, estos contextos que han vivido algo completamente distinto y que están pensando de maneras distintas las que podrían tener las soluciones.
La crisis climática se ha traducido, por una parte, en altos índices de depresión y ansiedad y, por otra, en un desdén frente a un fin apocalíptico que parece ineludible. ¿Cómo podemos plantearnos la crisis climática y reformular las narrativas que resaltan estas dos tendencias?
Siento yo que eso es bien importante por el hecho de que somos un movimiento principalmente juvenil y, las generaciones actuales, somo generaciones con muchos problemas mentales. Por otra parte, hemos platicado de la importancia de que nuestro movimiento no gire alrededor del miedo apocalíptico. Sí tenemos que tener ese miedo, pero también tener dos cosas: uno esperanza, y esperanza también implica imaginación política imaginar y nuevo futuro posible, y dos, dignidad. Hay que comenzar a hablar de que si a mí me interesa el movimiento feminista, antiracista, queer o el que sea, porque a mí me interesa mi dignidad y me siento orgulloso de lo que soy y demás, pues también debería interesarme la lucha climática. Porque todas las luchas que actualmente han ganado terreno, van a perderlo. Entonces, entrarle a la lucha climática y al ecologismo en esta época, significa también defender la dignidad, tanto personal como de tus seres queridos.
México es un territorio completamente arbitrario, sin embargo, sí enmarca realidades y posibilidades particulares. En ese sentido, ¿qué crees que puede aportar México a la lucha contra la crisis climática, desde lo local hasta lo global?
Normalmente, aquí nos hacemos menos. El Sur Global y nosotres admiramos a Naomi Klein y a Greta Thumberg, porque en sus contextos son admirables, pero a nivel global esas personas admirar a México porque hemos logrado encontrar formas de hacer críticas que otros países no han logrado. El zapatismo, la autonomía, las policías comunitarias, aunque muchas han salido mal, y los sistemas de justicias alternativas son algunos ejemplos de eso.
Y digo, no se trata de esencializar, tenemos que aprender de sus procesos políticos. Eso que muchos vivieron hace 500 años es lo que están viviendo kurdos, zapatistas, etc., y por eso podemos construir nuevos mundos actualmente.
México es un país que tiene problemas bien densos, su violencia sorprende hasta a gente de otros lugares. El primer país con más periodistas asesinados, el cuarto con más defensores del territorio asesinados, feminicidios y transfeminicidos. Por eso, es muy diferente ser ambientalista aquí. Si Greta dijese que el pueblo se levantara o algo así, lo más que pasaría es que le quitarían contratos. Pero si aquí tú dices "esta es mi casa, quiero defenderla", te matan. Eso ocurre constantemente. Por eso hemos tenido que pensar en nuevas formas de poder colectivo, alianzas y vínculos.
La crisis climática es colonialismo y racismo. Podemos admirar a gente del Norte Global pero a final de cuentas, son gente del Norte Global, y sus subjetividades tendrán algo de imperialistas, algo de racistas, algo de ignorantes. La lucha climática no es sobre ver a quién cancelar, sino sobre ver cómo solucionar las mil y un crisis, y si algo puedo asegurar es que nunca encontraremos la solución al colonialismo sin escuchar a les colonizades, nunca encontraremos la solución al racismo sin escuchar a les racializades, nunca encontraremos la solución a la dueñidad patriarcal de nuestros cuerpos sin preguntarle a las mujeres y a les “degenerades” que logramos escapar del sistema sexo-género. Por todo ello es que la respuesta muchas veces no está en Suecia; está en Palestina, Rojava, el Bronx y Chiapas.
Hay otra cosa que creo que está pasando en México y se trata del fascismo territorial. Los nazis usaban una palabra para designar el espacio vital, lebensraum, que se supone que era el espacio para dar cierta calidad de vida a las personas y así justificaban su imperialismo. Ahora con la crisis climática está volviendo a crecer la lógica de este espacio vital, donde los países del norte ya no tienen los recursos, riqueza, ni legitimidad política sin poder satisfacer sus necesidades sin coerción. Se trata de una radicalización de las formas de opresión que ya habían implementado. El Norte Global tampoco ha llegado a las promesas que le hicieron. Black Lives Matter y los chalecos amarillos sin ejemplos de eso. Están igual de jodidos por el racismo. Por eso ya no idealizamos a esos países, porque ya se cayó el discurso del Norte Global y la idea de que el sistema es imposible de derrocar.
Por eso en México tenemos que empezar a hablar de las comunidades migrantes y cosas así. También, la lógica de diferentes partidos, los problemas no vienen sólo de la corrupción, sino de lógicas estructurales mucho más complejas. Si queremos hacer un cambio en México, necesitamos articular procesos solidarios entre países y movimientos sociales dentro del Norte Global. No pelearnos con ellos, aceptar que las lógicas bajo las que existimos no le benefician a nadie, aunque no les ataquen de forma directa.
La Asamblea Ecologista Popular colabora con diferentes organizaciones que se incorporaron a lo largo de la campaña, que inició hace más de mes y medio, y casi todes les integrantes tienen entre 12 y 20 años. La iniciativa parte de las dinámicas impulsadas por Friday 4 Future, pero se ancla en un discurso propio desde el Sur Global y México.
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