La gigantesca mujer blanca que adorna Tijuana y es una casa secreta
Mide 18 metros y desde hace 22 años yace enorme, voluptuosa, como haciendo un tributo a la excentricidad que siempre es Tijuana.
Mide 18 metros y desde hace 22 años yace enorme, voluptuosa, como haciendo un tributo a la excentricidad que siempre es Tijuana.
Siempre estuvo envuelta en polémica. Sus pinturas no se salvaron de su protagonista, y pese a ello, su estilo ha trascendido a su propio nombre.
Sus objetos cotidianos de su vida en comunidad asoman una parte de la filosofía maya; información en imágenes que ha recibido de la tradición oral.
Consiguió que fuera su esposa luego de 7 años de un intercambio epistolar que, para nuestra fortuna, está al alcance.
Sus diseños son una excelente reinterpretación de un estilo estético que lleva más de 1 300 años.
Su presencia en el imaginario colectivo lleva milenios, y es curiosa la increíble similitud con algunas versiones nórdicas y bretonas de estos seres.
La costumbre reciente de algunos artistas de ofrecernos un mural como complemento de una exposición es una de las tendencias más agraciadas y bienvenidas.
Lleva 30 años viviendo en la Sierra y forma ya parte de la comunidad de Retosachi. Uno de los muchos Occidentales que ha quedado fascinado con la concepción del individuo como comunidad de los rarámuris.
Los dioses de color no le dotaron, aunque sí le regalaron 4 voces más; en náhuatl es conocida como el ave de las 400 voces.
Su perspicacia lo llevó a esconder a más de 2 mil soldados dentro de un tren que entró a Ciudad Juárez sin despertar sospecha.
Sus pinturas salpican de humor las escenas cotidianas de la mexicanidad de hace un siglo desde sus figuras regordetas previas incluso a Botero.
Un migrante mexicano, recluido en un hospital psiquiátrico de California, creó cientos de dibujos trazados con insistentes líneas.
El poder protector para los guerreros era representado con el colibrí, ave que nació de la Coatlicue, diosa de la fertilidad.
Estos escenarios marginales y poéticos fueron un hogar económico y común entre numerosos artistas.
La Mexicana Nydia Lilian crea escenarios icónicos a partir de imágenes intermitentes que homenajean estas sabias tierras.
Sus humanos volando, de caras achatadas, y aún más sus colores, proyectan la alegría de la esencia mexicana.
La capacidad de esta mujer para encontrar humor en el sufrimiento es, por lo menos, inspiradora.
Dialectos, el viento, animales, música…; el lenguaje de la sonoridad que dibuja un México compartido.