El Tlacuache o el Dios ladino que robó el fuego para los antiguos mexicanos
Nuestra resistencia está en los mitos que conjuramos: este es el mito del Tlacuache, el Dios de la regeneración.
Nuestra resistencia está en los mitos que conjuramos: este es el mito del Tlacuache, el Dios de la regeneración.
Para nuestros ancestros había una correspondencia entre cada una de las partes del cuerpo con el cosmos.
El destino de nuestros antepasados recayó en las manos de los brujos y curanderos que protegieron sus caminos.
Fueron parte de los conocimientos que más celosamente los antiguos guardaron y también una de las costumbres que los españoles intentaron con más ahínco erradicar.
En la medicina ancestral mesoamericana existen maneras en que los guías conocen sobre la condición de salud de una persona con métodos poco convencionales.
El tule y otros árboles oaxaqueños despertaron en Calvino reflexiones profundas.
Un acercamiento a esta figura que ha ido haciéndose su lugar en la literatura nacional desafiando los temas de tendencia.
Se dice que en este lugar en el desierto de Durango los radios no funcionan y las brújulas se extravían.
La también llamada “Esquina de México” es un escenario perfecto para ver la impermanencia budista: lo único seguro es el cambio.
Guadalupe Nettel construye una de las obras literarias más sugerentes de la actualidad.
El milenario ritual en los cenotes permuta hacia nuevos festejos: el Rave de la psicodelia tardía