La Ciudad de México siempre provoca sentimientos encontrados. Es difícil no mantener con ella una intensa relación amor-odio. Y es que no hay mejor síntesis de lo que es el territorio nacional, incluyendo majestuosos paisajes naturales, exquisita arquitectura, caóticos mercados llenos de expresiones culturales; pero también, sitios de dinámicas rudas y hasta violentas. Así, todo se junta indiscriminadamente en este pequeño gran territorio sobre-poblado y definitivamente ultra estimulado y estimulante.
Y tal vez sea eso: la Ciudad es inmensa, sobre todo por lo que demanda a sus habitantes, que, involuntariamente, se transforman después de unos años aquí (y no se hable de los que son nativos) en criaturas astutas, capaces de esquivar toda clase de peligros urbanos; sobrevivir al imparable hacinamiento de gente, coches y edificios, y con un estómago "de perro" que resiste toda clase de delicias callejeras.
Al mismo tiempo, la CDMX tiene un lado amable y bondadoso. No es nada más un ente que se atraganta con las delicias de "lo abarrotado"; también es francamente bellísima, con rincones elegantes y maravillosos y otros humildes, pero que refrescan la mirada y abrazan cariñosamente a quien los visita.
En esa mezcla que es inconfundible, los huecos, las grietas —cualquier desperfecto— se tapan con un humor tan incrustado en los "chilangos" que se hace presente en los actos más ínfimos, volviendo la cotidianidad un conjunto de auténticas curiosidades.
Por suerte a los chilangos estos detalles no se les escapan y así nació Bandita Chilanga, una cuenta de Instagram dedicada a coleccionarlos. Te dejamos por aquí algunas muestras del curioso álbum de cosas que sólo pasan en la CDMX. No importa si la amas o la odias, no puedes negar que esta Ciudad es un sitio incomparable.