La magia es algo latente en la realidad humana. Esto pareciera acentuarse cuando hablamos de la realidad mexicana. ¿Por qué? Tal vez se deba a las coyunturas históricas, multiculturales, de ecos que siguen imprimiéndose en la vida cotidiana; algo tendrá que ver con las particularidades meteorológicas o geográficas, o probablemente sea, sencillamente, un aspecto esencial de nuestra genética cultural –algo ubicuo, algo que "no podría ser de otra manera"–.
La riqueza ritual y metafísica de los "antiguos mexicanos" es bien sabida. Su vigencia, o literal trascendencia, se prueba al inspirar múltiples manifestaciones neo-místicas pero, también, al mantenerse en sus formas originales ahí, en rincones improbables, la mayoría discretos, y que por fortuna no son necesariamente accesibles para el resto de nosotros.
Los magos, brujos, hechiceros y otros, son figuras que navegan las fronteras entre esta y otras realidades –seres que se autocultivan al filo–. Y esa arena fantástica, pero plausible y con injerencia en esta, ofrece numerosas herramientas que pueden llegar a dominarse. Al menos, entre los antiguos mexicanos existía una compleja diversidad de funciones o habilidades sobrenaturales, las cuales eran practicadas por sus respectivos “especialistas”.
Quizá la magia no sea territorio estéril ni uniforme; ese plano, al igual que este y probablemente otros, también exhibe una topografía intrincada, con ríos ramificados y caos geológico, con metáforas, tribus y jerarquías.
Un catálogo de brujos nahuas
El historiador Alfredo López Austin inventarió una buena cantidad de magos y brujos prehispánicos, específicamente del mundo nahua. "Cuarenta clases de magos del mundo nahua" (1967) no enlista, como advierte su autor, la totalidad de los linajes, pero sí los tipos “más importantes” entre los que ejercían estas artes.
La distinción primaria en el ejercicio de la magia reside, como es de popular dominio, en el propósito original de su práctica: blanca o negra, para beneficio o perjuicio. Pero tras este plano vienen facultades particulares y ramificaciones minuciosas; por ejemplo, están los que hacen perecer algo con solo mirarlo, o quienes, por el contrario, devuelven la fuerza vital a una persona por medio del aliento.
Tlatlacatecolos
Amplia variedad de brujos, los hombres-tecolote, que “practicaban la magia en perjuicio de los hombres”; López Austin incluye trece variaciones en este grupo.
1. Tepan mizani “El que se sangra sobre la gente”.
Causaba la muerte por medio de su sangre (de verterla sobre la víctima).
2. Tlatztini “El que ve fijamente las cosas”
Mataba, literalmente, con la mirada.
3. Flamatocani “El que toca las cosas”
Colocaba su mano sobre un bien para extraviarlo.
4. Caltechtlatlacuiloani “El que pinta las paredes de las casas”
Por esta vía provocaba la muerte del dueño de la casa.
5. Tetlepanqltetzqui “El que prepara el fuego para la gente”
Eliminaba a sus víctimas ya fuese codificando mediante un ritual alimento que posteriormente les convidaba, y morían; o recolectando su cabello y luego administrándoles, mediante este objeto, un hechizo de muerte.
6. Teyollocuani, tecotzcuani “El que come los corazones de la gente” o “el que come las pantorrillas de la gente”.
Inducía una perturbación de las facultades mentales de la víctima o un mal posiblemente muscular.
7. Momelzcopinqui “A la que se arrancaron las piernas” o “que se da golpes en las piernas”
Al parecer los practicantes eran mujeres “perjudiciales”; no se sabe más.
8. Tlahuifruchtli “El sahumador luminoso”
“Brujo que andaba de noche por las montañas echando fuego por la boca, o convertidos en fuego mismo, para asustar a sus enemigos y así infundirles locura o muerte.
9. Nonotzale, pixe, teyolpachoani “El poseedor de conjuros”, “el dueño del depósito” o “el opresor del corazón de la gente”,
Según Sahagún, se trataba de asesinos a sueldo, que se ataviaban con la piel del ocelote.
10. Temacpalitotí, momacpalitoti, tcpopotza cuahuiquc “el que hace danzar a la gente en la palma de la mano”
Empleaban como instrumento una imagen de quetzalcóatl y el brazo de una mujer muerta de parto; iban a casa de sus víctimas, las dormían, robaban, violaban a las mujeres y luego cenaban tranquilamente.
11. Moyohualitoani “El que se acomide en la noche”
Atacaban sexualmente a sus víctimas, tanto mujeres como hombres.
12. Cihuanotzqui, xochihua, cihuatlatole “el que llama a la mujer”, “el que posee embrujos para seducir” o “el dueño de palabras para la mujer”.
Es, posiblemente, una variedad del moyohualitoani.
13. “El que trueca sentimientos” (No se encuentra su nombre en náhuatl)
Preparaban una bebida de maíz que, unida a los conjuros, cambiaba los sentimientos en una persona, de odio a amor y de amor a odio.
Los hombres con poder sobrenatural
Aquí se incluye a los nahualli, que tiene el poder para transformarse en otro ser, y otra especie de magos que tienen la habilidad de hacerse de los poderes de alguna divinidad.
14. Nahualli (su significado es ampliamente debatido, elusivo en esencia)
Los nahuales, seres esencialmente misteriosos y elusivos, tienen el poder para transformarse en otros seres, comúnmente animales; su papel en la comunidad puede ser tanto benéfica como maléfica.
15. Teutlipan moquetzani “El que representa a un dios”
Ataviado con las ropas del dios que representaba, se trataba de una figura particularmente querida y respetada. Infundía salud y confianza en sus seguidores a cambio de alimentos y vestido.
Los dominadores de los meteoros
Su misión era dialogar con o encausar favorablemente las fuerzas meteorológicas, papel fundamental en una cultura francamente agrícola y cuya vida cotidiana resonaba plenamente con la naturaleza.
16. Teciuhtlazqui o teciuhpetthqui “El que arroja el granizo o el que vence al granizo”
Fuertes soplos y violentos movimientos de cabeza formaban parte de los conjuros habituales de este linaje de magos del clima, cuya función era ahuyentar el granizo para proteger la siembra.
17. Ocolizehecatlazqui y cocolizmixtlazqui “El que arroja los vientos y las nubes”
Se dedicaban a espantar los vientos y las nubes que se impregnaban negativamente en el cuerpo de los niños.
Los tlaciuhque
Se trata de “estrelleros” o “los que miran las cosas”, una suerte de adivinos que ven lo distante y lo oculto; sortilegios, dotes intuitivos, lecturas sagradas y trances visionarios eran algunas de sus herramientas.
18. Tlachixqui y tlaciuhqui “El que busca o mira las cosas”
Su labor era prever la llegada de fuerzas contrarias y sus manifestaciones (enfermedades, sequías, tormentas o escasez), para alertar a la comunidad y determinar “qué potencias divinas estaban disgustadas y era necesario propiciar.”
19. Paini “El mensajero”
A través de la ingesta de plantas de poder emprendían aventuras visionarias en busca de respuestas que yacían en otros mundos.
20. Matlaptnlhqui “El que cuenta (a través de] los ante brazos”
Invocando fuerzas celestes y mundanas, además de frotar alguna planta sagrada entre sus manos, se preparaba para examinar a un paciente su cuerpo utilizando para medirlo el antebrazo y analizando la correspondencia de medidas entre este y el cuerpo del paciente.
21. Tlaolxiniani “El que desbarata los granos de maíz”
“Huitzilopochtli y Quetzalcóatl dieron a la primera mujer, Cipactónal, los granos que debía arrojar para conocer la suerte de las personas.” A raíz de eso surge este linaje de magos que veían el futuro o la suerte en la disposición de los granos previamente arrojados.
22. Atlan teittaqui, atlan tlacbixqui (que usa granos de maíz) “El que ve en el agua a la gente”
Según el comportamiento de los granos de maíz en un recipiente de agua podía diagnosticar al paciente.
23. Atlan teittaqui, atlan tlacbixqui (que no usa granos de maíz)
Utilizaban el agua como medio para determinar si un niño había perdido su tonalli o la gravedad y procedencia de una enfermedad en el paciente.
24. Tlapachtlapouhqui “La que adivina con conchas”
Empleaba conchas para leer los designios y futuros.
25. Mecatla ponhqui “El que cuenta [el significado de] los cordeles”
“Ataba sus cuerdas en presencia del enfermo y luego tiraba fuertemente de ellas”; si estas se desataban, sanaría, si en cambio se hacían nudos, quizá moriría.
26. Polocatlapouhqtti o zacatlaponhqui “El que mide con pajas”
El adivino medía con una paja al enfermo y así descifraba su verdadero estado.
27. Cóatlquiyolítiani “El que hace vivir a la serpiente”
Se encargaba de, por medio de su serpiente, descubrir a aquel que hubiese cometido un delito, por ejemplo el rapto de una persona.
28. Tlaponhqui, tonalpouhqui “El que cuenta las cosas o el que cuenta el destino”.
Una figura compleja y muy rica, “sin duda alguna, el adivino de mayor importancia, puesto que su labor está relacionada con todos los actos im portantes de la vida del hombre”. Este linaje de sacerdotes poseían e interpretaban los libros sagrados del destino, los tonalámatl.
29. Temiquiximati, temicmzmictiani “El cono cedor de los sueños o el intérprete de los sueños”
Con frecuencia se les cita interpretando los sueños de los señores y, a diferencia de los anteriores, ellos se basaban no en los tonalámatl, sino en los libros de los sueños, los temicámatl.
Los titici
Una suerte de médicos que combatían las enfermedades vía recursos mágicos, sin que las enfermedades enfermedades apelaran necesariamente a un carácter sobrenatural.
30. Tetonalmacani, tetonaltiqui, tetonallaiqui “El que da el tonalli a la gente o el que asienta el tonalli en la gente”
Regresaban el tonalli (algo así como el aliento vital) al cuerpo del enfermo, por medio de conjuros y, en ocasiones, luego de atraerlo a un recipiente con agua, lo esparcía sobre el paciente con la boca.
31. Tcapahtiani “El que anula la curación a la gente o el que contrarresta a la gente un veneno que se le ha dado”.
Extraía el tonalli nocivo inducido por error en un niño y, tal vez, también se encargaba de ahuyentar algún hechizo perjudicial.
32. Desconocido “El que pinta figuras en el cuerpo”
Producía sangrías en el cuerpo del paciente o, en otros casos, simplemente hacía trazos sobre su cuerpo o su cabeza (a veces en forma de serpiente enroscada).
33. Tetlacuicuiliqui “El que saca algo a la gente”
Rociaba y frotaba al enfermo con estafiate y luego “extraía” objetos del cuerpo del enfermo, que presuntamente eran la materialización de sus enfermedades.
34. Techichinani “El que chupa a la gente”
También empleando el estafiate o iztáuhyatl, succionaba la parte adolorida y extraía los males materializados en objetos.
35. Tepoztecpahtiani “El que reduce fracturas de huesos”
Usaban simultáneamente procedimientos médicos y mágico. Entablillaban el miembro fracturado y luego complementaban esto con el pronunciamiento de fórmulas mágicas
36. Desconocido “El que cura piquetes de alacrán”
Con un torniquete o liga frenaban la propagación del veneno, aplicaban tabaco sobre el piquete, y luego hacían representaciones actuadas de la diosa Xochiquétzal (aludiendo a un mito pertinente).
37. Teiczaliztli “El que cura por teiczaliztli (acción de pisar a la gente)”
Calentaba las plantas de sus pies hasta experimentar dolor y luego caminaba sobre la espalda del enfermo, mientras pronunciaba las fórmulas mágicas.
38. Pacholiztli “El que cura por pllcholiztli (acción de presionar)”
Apretaba con sus manos el pecho del enfermo, generalmente niños.
39. Desconocido “El que cura con su aliento”
Transmitía, mediante su aliento, energía vital al paciente; para lograrlo invocaba al señor del viento, Ehecatéotl.
Los magos no profesionales
40. Desconocido “El que usa ocasionalmente de la magia”
Personajes que no realizan actos mágicos como oficio, pero que usan su conocimiento de fórmulas y procedimientos para su propio beneficio. “Como ejemplos pueden citarse el de los caminantes, que invocan a las fuerzas sobrenaturales propicias y deprecan a las nocivas antes de iniciar el viaje; el de los cazadores, el de los recolectores de miel, el de los leñadores, el de los pescadores, que usan fórmulas mágicas para realizar en forma más productiva sus labores cotidianas”