En la cultura maya, el agua que provenía de cuevas o ríos subterráneos era considerada agua virgen. Esto porque en casi todas las culturas prehispánicas, las cuevas o los túneles rocosos simbolizaban una puerta al inframundo, un acceso al vientre de la tierra; origen de la creación, tanto de los alimentos, de la luna y el sol y de comunidades enteras (como es el caso de las herméticas tribus de Chicomóztoc, de donde provienen los aztecas). Para los mayas, las cuevas con manantiales (a las que algunas veces llamamos cenote) eran la casa de los espíritus del agua, de ahí que este tipo de recipientes naturales fueran objeto de numerosas ceremonias de inmolación para elogiar la fertilidad.
Para la antigua cultura maya, los cenotes –como conductores acuosos y portentosas entradas al inframundo (el Mitlan o Xibalba)–, fungían también como cámaras funerarias donde se veneraba a sus muertos ofrendándoles con flores y copal. Siguiendo los estudios de la Dra. Mary Pohl, quien estudió los antiguos escritos de fray Francisco Núñez de la Vega, los huesos de los fundadores de algunos linajes importantes como los que introdujeron el calendario maya, eran colocados, a su muerte, en este tipo de cementerios acuáticos.
*Imágenes: 1, 4 y 5) National Geographic; 3) en-yucatan.com.mx; 2, y 8) Instituto Nacional de Antropología e Historia; 9) xibalbadivecenter.com