No hay ejemplo más fantástico de la diversidad que habita los confines geográficos de eso que llamamos México, que la música que aquí se produce. No cabe duda de que, entre las grietas de una identidad cultural que simplemente no puede definirse de forma concreta, surgen toda clase de manifestaciones. Entre ellas, nació Cholula Dans Division, un proyecto musical que remixea, pero en serio.
El dúo lo componen Arturo Uriza, poblano y Jorge Chalino, culichi, que son músicos más por gusto, menos que "de profesión". Amigos de esos que no se completan precisamente las frases, pero contestan, sin miedo a fallar, "lo que él dijo me describe", se conocen desde hace cuatro años y trabajan en múltiples proyectos creativos. Entre ellos está Montecarlo 88, un power trío que hace música como esta:
Pero el proyecto que nos llevó a buscarlos con insistencia fue Cholula Dans Division y su primer EP, Heavenly Sounds in Lo-Fi Vol. 1, una pequeña joya de 4 piezas electrónicas en donde es sampleado material "original" (entre comillas porque el término siempre es cuestionable) de músicos de todo tipo, desde Flans y Wham!, hasta Thelonius Monk y Béla Bartók.
En palabras de sus autores:
El statement estético tiene que ver con la reapropiación y reutilización de elementos existentes a los cuales les añadimos además bajos, guitarras, sintetizadores, vocoders y poesía prestada para darles una nueva y completamente distinta aproximación a lo que originalmente eran. Robamos de todos lados…
Y aunque no dudamos en decir (y dos veces) que el EP es una joya, en palabras de Chalino y Arturo el ejercicio fue un "asunto lúdico". Para los amigos es cotidiano sentarse a escuchar música y a jugar con ella. Eso se transformó en algo literal cuando comenzaron a samplear:
… el proceso era elegir sonidos, irlos armando, filtrarlos, grabar cosas encima, meterles algo, como un rompecabezas y era muy lúdico, muy divertido.
Y el juego también dio para la experimentación: "Al principio era inadvertido; pero llegamos al tratamiento ‘Cholula Dans’, que consiste en pasar los sonidos a través de pedales de guitarra, o por sintetizadores, para darle texturas más cálidas." Y aunque esto también lo hacen otros músicos, el "tratamiento" llevó a resultados muy especiales. Además, el sampleo es prácticamente invisible y lo que tienes es una pieza para leerse con la ingeniudad y fantástica sorpresa que viene con la novedad.
Y se puede decir que esta reutilización, relativamente descarada, pero muy ingeniosa y esta franqueza que viene con aceptar que vamos por la vida jugando, define no solo el estilo musical de este EP, también un poco la vida de músicos de Chalino y Arturo.
Al preguntarles sobre la industria musical y sus escenas en México (y también en Puebla), ambos se fueron por una tangente que les interesa más:
Chalino:
La miseria me libera. No ganamos nada, no vivimos de esto, no tenemos pensado firmar con una disquera, entonces podemos hacer lo que queramos. Sobre la industria, hace falta un desarrollo en cuanto a práctica, a cómo nos relacionamos con la música en este país, sobre todo hablando de derechos de autor; estamos acostumbrados a que la música sea gratis. En lugar de lamentarnos por eso, agarramos lo que tenemos: libertad creativa.
Arturo:
Tiene que haber un rollo muy libre en la creación; sí nos gustaría que tuviera más impacto (lo que hacemos), sobre todo para medirnos. Pero el objetivo es hacer música y divertirnos.
A nosotros también nos gustaría que fueran un referente en la música local y una probadita de lo que se puede hacer si nos animamos a jugar más con (todo) lo que tenemos al alcance. Su visión sobre la producción es algo que hay que tomar en cuenta: cuando les preguntamos sobre los retos a los que se enfrentan como creadores en México nos dejaron una sorpresa:
Chalino:
El reto es ser feliz y para eso trabajamos.
Arturo:
No nos hacemos torturas mentales para lograr metas que nadie nos está imponiendo. Hay que encontrarle valor a lo que uno hace y pensar ‘¿cómo lo que hacemos impacta positivamente en nuestra vida?’ Estamos en los momentos más tristes en el capitalismo tardío… Buscar en los sonidos cosas que amemos es una manera de procesar las amarguras, la violencia o las situaciones cotidianas.
A propósito del contexto, es interesante darse un llegue con sus ideas sobre la identidad, especialmente la mexicana. De nuestro lado tenemos la premisa de que los mexicanos somos unos genios cuando se trata de remezclar, porque cabe la posibilidad de que el hilo conductor de nuestra "identidad" nacional, no sea otra cosa que nuestra desbordante e imparable diversidad. A estas especulaciones Chalino responde:
Adoro esta tierra y adoro las costumbres y la gente que vive por acá, los sabores, los sonidos; pero intento nunca postular lo que hago como algo mexicano, porque no estoy a favor de ningún nacionalismo: mi mundo es el planeta Tierra e intento no llevar las cosas por ahí. Ser mexicano implica adoptar un proyecto de Estado-nación con el cual no estoy de acuerdo, lo prefiero ver más anarquistamente. Lo que hacemos se nutre de lo que nos rodea y lo que nos rodea se llama México… [Pero] no lo quiero pensar dentro de los confines imaginarios de una división geopolítica.
Además, dicen, "Cholula tiene su propio ritmo." Eso, sin duda, ya nos quedó claro. Y nos fascina.