La ciencia ciudadana fomenta otro tipo de creación de conocimiento, donde se aprovechan los saberes individuales y colectivos, que no siempre participan de la academia y todo lo que ahí se despliega.
Según el Oxford English Dictionary, la ciencia ciudadana se define como el “trabajo científico realizado voluntariamente por miembros del público en general, a menudo en colaboración con o bajo la dirección de científicos profesionales e instituciones científicas”. El tipo de trabajo se refiere a uno tanto físico como intelectual, que se utiliza en proyectos académicos que van desde la arqueología hasta la astronomía. Este concepto se originó hace más de un siglo, aunque en la práctica, es algo que ha sucedido siempre. La agricultura, por ejemplo, es el resultado inicial de la experiencia, no del trabajo en un laboratorio.
Dudemos de las definiciones
Aunque en la definición del concepto se considera que no son "especialistas", lo cierto es que los participantes son expertos de otro tipo de conocimientos, aunque no estén reconocidos por las grandes instituciones. Podríamos argumentar que parte de las fallas estructurales, que van de lo ambiental a lo social, también son resultado de una brecha entre los conocimientos abstractos y los conocimientos vivenciales; eso que se cultiva cada día en lo cotidiano, en las experiencias particulares de cada sujeto.
En todo caso, vale la pena rescatar que la ciencia ciudadana nos ofrece una metodología única de colaboración que teje puentes entre partes que, generalmente, no se comunican entre sí. Se abre un espacio de diálogo y observación en la práctica y el intercambio. Y, sobre todo, cuando hablamos del ámbito natural, esta herramienta se vuelve cada día más importante para innovar y reconectar con conocimientos que se han ido perdiendo con los años.
Nunca dudes que un pequeño grupo de ciudadanos pensantes y comprometidos pueden cambiar el mundo. De hecho, son los únicos que lo han logrado.
-Margaret Mead (1901-1978) | Antropóloga estadounidense
Ciencia ciudadana en México
En México hay varios esfuerzos que apuestan por la ciencia ciudadana. Pero hoy queremos destacar unos en especial: los proyectos desarrollados por la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de Biodiversidad (CONABIO). Con iniciativas como la de NaturaLista o aVerAves, se arman enormes bases de datos que toman, como punto de partida, las anotaciones y observaciones voluntarias de los ciudadanos que se animan a participar.
El primer caso, NaturaLista, puede servir como un espacio de consulta, pero también para participar y ayudar a identificar diferentes especies o recibir retroalimentación. Es posible ponerte en contacto con otros amantes de la naturaleza o especialistas, y desarrollar proyectos en lugares de interés como escuelas, parques urbanos o zonas silvestres. Tus fotografías se pueden volver parte del acervo de conocimientos. Si te interesa conocer proyectos similares, los puedes consultar aquí.
A la base de la ciencia ciudadana está la creencia de que, cualquier persona, sin importar su formación, geografía o edad, tiene algo que aportar; saberes que responden a su forma única de mirar y relacionarse con el mundo.
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