Ninguna identidad es perfecta. Esto significa muchas cosas. Primero, que ninguna identidad está terminada, acabada, en su punto máximo. Segundo, que todas son cuestionables, se pueden replantear, revalorar y, particularmente remezclar.
Por otro lado, es muy impresionante que la necesidad de tener una identidad concreta que defienda nuestra forma de vida en el salvaje contexto de la globalización, termine generando culturas que empezaron por ser mezclas y terminan por definirse en un estilo particular.
Eso pasó con los grupos chicanos. El término, al principio, simplemente refería a los estadounidenses con padres mexicanos, que, por su contexto familiar, no podían escapar de la influencia mexicana y todo lo que eso implica: la comida, la religión, el idioma, la música, el complejo tejido que suman los pueblos indígenas y demás.
Ahora, la cultura chicana es tan clara, que hasta se puede practicar en Japón.
Los chicanos son una cultura compleja
El crecimiento de la escena migrante mexico-estadounidense, ha devenido en una identidad chicana vibrante, fuerte, exuberante y muy bien definida, que además presume sus propias expresiones: rap, lowriders, comida tex-mex, tatuajes y una excéntrica parafernalia.
Por otro lado, "chicano" no debería significar nunca "menos mexicano", pues es claro que formas de ser mexicanos hay miles y esta es solo una más. De hecho, según el portal de cultura chicana en el sitio de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, chicano es una contracción de "mexicano", que cambia la "x", por la "ch": xicano, chicano.
Así, los chicanos suman una cultura compleja, que, como cualquier otra, tiene valores claros que pueden ser adaptados desde sitios completamente insospechados. En ese sentido, no sorprende, aunque encanta, que haya chicanos japoneses.
Así se vive la cultura chicana en Japón
Como se muestra en la pequeña cápsula documental del New York Times, la cultura chicana ha sido adoptada por distintos grupos en Japón.
Para quienes crecieron con ella en ciudades como Los Ángeles, ser chicano es una forma de conectar la vida en Estados Unidos con el mundo que la familia dejó en México; pero para estos japoneses chicanos esta identidad ha adquirido una dimensión nueva y muy especial.
El amor por la cultura chicana, como describen aquellos que lo practican del otro lado del mundo, tiene que ver con comprender sus manifestaciones como símbolos de "rebelión y resiliencia". Por otro lado, hay un aspecto muy profundo entre los chicanos y es la comunidad que se expresa en diferentes niveles; desde los "gangs" (pandillas) hasta la enorme devoción por la familia y la vecindad.
¿Se trata de un caso de apropiación cultural?
Nosotros pensamos que sí; pero eso no tiene nada de malo. Se podría decir que ser mexicano es una constante lucha por apropiarse de algo que nunca terminará de pertenecernos: las antiguas referencias prehispánicas; la historia mestiza; las costumbres que combinan religiones indígenas con la católica; la innegable influencia de Estados Unidos en nuestro consumo cultural.
Esta actitud que dice "no se trata de ‘esto o esto’, sino de ‘esto y esto’" es absolutamente mexicana y si un grupo de japoneses conecta con un país absolutamente ajeno al suyo a través de la cultura chicana, hay que celebrarlo y por qué no, ver qué detalles de (el también fascinante Japón) le podemos sumar a este mole.
También en Más de México: Conoce Little L.A. el barrio que están armando los "dreamers" deportados