Como todo lo que sucede a nuestro al rededor nos cuenta cosas mucho más profundas, la artista mexicana Teresa Irene Barrea, va por las calles de CDMX con los sentidos aguzados.
Empezó a pintar por mera casualidad, en algunos talleres de la prepa en el 2002. Luego, ya no pudo dejar de hacerlo, pero sobre todo porque lo que hallaba en las calles, y en la vida cotidiana en general, le llamaba a plasmarlo.
Microhistorias marineras
Su arte refleja la cultura popular más no desde el cliché. “Toda cultura y lenguaje tiene que renovarse porque sino se queda para museo, la cultura popular es lo que nos toca vivir”, me dice.
A sus 37 años su obra ha sido expuesta en distintos países y esta creativa muestra un especial interés por lo diminuto. Nos acerca la realidad del caos de la vida mexicana diaria en micro historias enfrascadas o como elementos de los gabinetes de curiosidades clásicos del siglo 19. Objetos que contaban historias, muchas misteriosas, para descubrirlas.
“Pinto sobre la cultura popular que es lo que me toca ver diario. Considero que es importante reflejar un poco lo que te toca vivir un poco de lo tu época, yo estudié historia en la UNAM, y esto que te toca vivir tiene que pasar por tu interpretación,”, cuenta.
Fantasmas del metro
Sus lienzos también pueden ser cajas de cerillos o recortes pintados y puestos al interior de marcos antiguos. También hace murales comunitarios o figuras de papel que pueden reflejarse en la pared inmersa en la noche.
Entre fantasmas del metro, nostalgia huasteca o sonideros en la Santa María de la Rivera, Ibarra sustrae algo muy inmediato que documenta la esencia de eso dinámico, abstracto y cambiante de la realidad mexicana.
Más allá de lo social, o el folclore, para ella: el relato.
Las aspiraciones
Tamborilero
La dulce fidelidad