Los diseños cultivados históricamente en las diversas tradiciones de México son invaluables. Su contexto ritual y el hecho de condensar una riquísima cosmogonía, hacen de ellos patrones y motivos únicos. Por mucho tiempo, los textiles han servido incluso como lienzos del oráculo mexicano. Además, los procesos con los que estos diseños se materializan nos remiten a la esencia misma de lo artesanal: objetos que no solo son únicos, sino que están elaborados, cada uno, con un “pedacito de alma”.
El diseño importa porque sus símbolos, líneas y figuras importan. Los diseños que definen su belleza suelen ser representativos de la identidad de diversos grupos indígenas. Es bajo este sentido, que transmutan en oro y se vuelven objetos invaluables.
Su delicada maestría encanta a muchos ojos y, afortunadamente, los artesanos se permiten compartirlos a través de su venta, siempre y cuando, esta sea justa con compradores y productores. Son muchas las iniciativas que conectan la tradición local de las comunidades artesanas con el diseño y la moda contemporáneos y, a través de ellas, podemos consumir responsablemente el diseño mexicano tradicional.
Desafortunadamente, se han documentado múltiples casos en los que empresas internacionales simplemente plagian estos diseños y los comercian masivamente y, en ocasiones, a precios poco accesibles. Los creadores no sólo no reciben remuneración, sino que su trabajo y tiempo dedicado a su obra artesanal no son reconocidos. Por si esto fuera poco, la iconografía, en muchos casos sagrada, les es plagiada y pierde posibilidades de ser significada como tal.
El problema es que las comunidades artesanas —en muchos casos indígenas— no registran sus diseños como propios, ya que las referencias simbólicas de sus diseños son comunitarias, y no personales. Pero, al no proteger sus creaciones, otros se toman la libertad de patentarlas o darse autoría.
Con el afán de exponer no al que plagia, sino a quien está siendo plagiado, y reconocer con orgullo su trabajo como artesanos, en breve te mostramos algunos de los casos en que ciertas marcas han plagiado diseños textiles genuinamente mexicanos:
Huipil chinanteco a 198 euros
A principios de 2017, se dio a conocer una denuncia de la comunidad de San Juan Bautista Tlacoatzintepec en Oaxaca. Expresaban su descontento hacia la empresa Intropia que estaba comercializando una copia de un huipil originario de la región oaxaqueña en 198 euros, sin dar crédito alguno a sus creadores. Incluso se anunciaba como una pieza inspirada en la cultura "azteca" lo que ofendió mucho a los artesanos chinantecos.
La blusa Xaam nïxuy
Este diseño elaborado en Santa María Tlahuitoltepec, Oaxaca es una de las prendas representativas de la indumentaria tradicional de las mujeres de la zona. La iconografía y material (hilos rojos y negros) hacen referencia directa a la cosmovisión y cultura de su comunidad. En 2015, la marca francesa Isabel Marant lanzó una colección con patrones que son plagio del diseño de esta blusa. Cuando la comunidad hizo la denuncia, se dieron cuenta de que no sólo esta empresa los había plagiado. También la empresa Antik Batik lo hacía desde 2014.
Más plagios a comunidades de Oaxaca
Rapsodia, una marca Argentina, también está envuelta en un problema similar por haber copiado iconografía zapoteca de la comunidad de San Antonino Castillo Velasco para el diseño textil de una camiseta.
Nike y el arte huichol
El arte en textil de los huicholes ha alcanzado fama internacional. Sus intrincados patrones son increíblemente bellos y relatan una cosmovisión muy amplia y profunda. Desafortunadamente han sufrido plagios de todo tipo, incluso la marca Nike patentó algunos diseños icónicos y los utiliza para sus tenis. Los reconocidos "ojos de dios", los venados azules y otros personajes muy relevantes para esta cultura, ahora adornan los zapatos de Nike y, teóricamente, no pueden ser utilizados por los herederos de esta tradición, porque son propiedad intelectual de la marca internacional.
Diseños otomíes "Made in China"
En 2016, la tienda de muebles y diseño interior The Pottery Barn, presentó una colección que contiene 10 piezas que plagian diseños tradicionales de los artesanos otomíes. Es, además, muy desafortunado —y también una invitación a reflexionar sobre nuestra manera de consumir— que los cojines bordados tengan la etiqueta de "Hecho en China".
Tú puedes apoyar a que esto no suceda, consumiendo responsablemente, asegurándote de que cuando compras un producto artesanal le estás pagando a los creadores y no a intermediarios o empresas que se apropian de los diseños. Además, puedes apoyar iniciativas para que el patrimonio artesanal de cada comunidad les pertenezca automáticamente a ellos. Y por supuesto, no te adueñes de diseños ajenos. Para estas comunidades, algunos son conexiones con un terreno divino y están dispuestos a compartirlo, siempre y cuando se utilicen desde un enfoque muy respetuoso.
*Imágenes: 1) Nike; 2) Xinhua/Francisco Cañedo; 3) Intropia; 4) Isabel Marant; 5) Carina Pérez García; 6) Rapsodia; 7) Nike; 8) Pottery Barn