Pese a ser ignorada la fecha en que cayó a la tierra, el meteorito de Sinaloa –nombrado como el meteorito de Bacubirito–, se halló en 1863 y es hoy oficialmente el quinto más grande del mundo y el segundo más grande de América.
Campesinos de la localidad de “El Camichín” lo descubrieron en aquella época. Se trata de una fastuosa roca cuya textura caprichosa (algunas veces comparada con la de una oreja) había impedido por años calcular su peso exacto.
Expuesta en la explanada del Centro de Ciencias de Sinaloa, la piedra –que en su mayoría está formada por hierro, seguido de níquel, cobalto y fósforo–, tiene una longitud de 4.20 metros; 2 metros de ancho y 1.75 metros de alto. Su peso en masa se estimó en un inicio que sería de 50 toneladas pero en 2012 se especuló que pesaría unas 21. Recientemente investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de Sinaloa (UAS) y de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) desmintieron la estimación afirmando que se trata de un gran meteorito de 20 toneladas.
Por medio de un escáner que habría de generar una especie de “malla de puntos”, se mapeó la estructura del meteorito y de esta manera determinar con precisión su volumen. Cabe destacar que el escaner que se usó para confirmar su peso fue el mismo instrumento que se utilizó para medir la altura y el volumen de las ruinas arqueológicas de Machu Picchu y la Pirámide de Guiza, en Egipto.
En geología, los meteoritos se contienen bajo tres clasificaciones: metálicos, rocosos o rocosos-metálicos, mismas que han de estimar su lugar de procedencia. El meteorito de Bacubirito es un ente metálico, por lo que según los expertos, indica que viene del núcleo de un planetoide.