Se dice que Julián Carrillo fue quien descubrió el infinito de los sonidos. Otros más afirman que encendió una revolución musical en torno a los errores matemáticos que encontró en la música clásica.
Julián Carrillo fue compositor mexicano pero también científico. Gracias a sus estudios sobre microtonalismo, hoy en día el mundo sabe del sonido 13, el tono que va más allá de la escala cromática de los 12 sonidos que se conocen (Do, Re, Mi, Fa, Sol, La, Si, con sus respectivos 5 sostenidos). Gracias al sonido 13 se sabe de la existencia de tonos que se pueden partir infinitamente y producir sonidos hasta nunca acabar. Y ha decir de Carrillo, solo hay que tener el instrumento musical adecuado.
Este compositor mexicano nacido en Ahualulco, San Luis Potosí, fabricó instrumentos mediante los que probó su teoría microtonal, y por qué armonías como las de Bach o Mozart contienen un error molecular que las hace matemáticamente incorrectas. Ha decir de él, un caos. Al respecto Carrillo sugería que toda obra clásica pasara por un proceso de “metamorfosis”, que no implicaría sino la afinación tonal para hacerlas realmente perfectas. Bajo esta premisa es como llegó a interpretar sonetos famosos a la perfección, ayudándose de instrumentos como pianos y arpas microtonales.
Breve historia de las escalas tonales
El descubrimiento de estos dos tonos dieron la pauta para la realización de semitonos con la aparición de Si bemol siglos más tarde, con lo cual se sumaba un total de 12 tonos, mismos que interpretó por primera vez Johann Sebastian Bach en su obra El Clavicordio Bien Temperado. Para Julian Carrillo, este fue el ejemplo perfecto que analizó en su obra Pre-Sonido 13: Rectificación Básica al Sistema Musical Clásico, argumentando que: Bach puso todo su genio maravilloso al servicio de semejante atentado y se hizo cómplice de la impureza que reina en los dominios del arte musical.
La Teoría del Sonido 13
Las sinfonías sujetas en este sistema de medición eran totalmente inarmónicas, afirmó Carrillo, ya que se encontraban en 1/3 de tono y no en un semitono. En sus experimentos afinando las cuerdas de su violín con una navaja, encontró que la medición tonal correcta correspondía a una distinta a la que se había utilizado en toda música clásica. De ahí que decidió, simplemente, afinarlas.
Construyó entonces instrumentos de cuerdas y de viento que fueran capaces de interpretar 1/4, 1/8 y un 1/16 de tono, afinaciones difícilmente percibidas por el oído humano. Encontró el treceavo sonido, que también engendraría a los sonidos 14, 15 y 16, hasta llegar a un total de 96 sonidos, mismos que podían aumentar, ilimitadamente, en un infinito musical escondido en el universo de un tono.
Este hallazgo no fue un hecho simple que pasara inadvertido en la historia de la música. Se convirtió en una especie de “revolución musical”, que además de acusar de inciertas a las matemáticas musicales que se enseñan en los conservatorios, logró explorar todos los sonidos posibles que comunicaran cada emoción del ser humano.
Aquí puedes escuchar y descargar más de su obra.
*Imágenes: 1) elsonido13.com ; 2) stanford.edu; 3) cultura.gb.mx