No es la primera vez que Marcela Armas y Gilberto Esparza hacen música con un meteorito. El experimento sonoro fue puesto en marcha el año pasado, y fue posible gracias a un artefacto que descodifica el campo magnético en la superficie de los meteoritos –su memoria magnética– y lo transforma en sonido.
La posibilidad de leer —y en este caso, escuchar— la memoria del universo impresa en un meteorito, es la apuesta de Sideral, un artefacto imaginado por los artistas mexicanos Marcela Armas y Gilberto Esparza.
Este modelo fue llevado a la realidad desde fechas pasadas: primero con la información del meteorito La Concepción, caído en Chihuahua en 1780, y luego con un meteorito que aterrizó en el Meteor Crater de Arizona. Este año la apuesta se hace más grande. El protiotipo Sideral hoy se encuentra en el Glasgow Science Centre, en Reino Unido, como parte de una instalación sonora que interpretará la memoria histórica del Boxhole, un meteoroide de 80 kg caído en Australia, en 1937.
El Sideral funciona básicamente como una maraña de sensores articulados por una serie de brazos mecánicos. Los sensores permiten leer la información que se encuentra en la remanencia magnética del meteorito —su memoria espacial—, misma que está construida por información obtenida de los lugares por los que ha atravesado el objeto en todo el universo.
El resultado, según varios espectadores, es un sonido lúgubre, al borde de lo escabroso, que detona en una profusión de sonidos experimentales (y sin duda fascinantes).
La instalación, en suma, defiende el poder de la remanencia magnética de los astros como un medio confiable para averiguar en dónde han estado a lo largo del tiempo. Y a su vez, demuestra la idea de que el universo también produce frecuencias sonoras, aunque todavía inaccesibles para le oído humano.
En una hipótesis más arriesgada, Sideral podría hacernos imaginar en la posibilidad de esta remanencia en la vida humana: la fortuna de que existan ciertas frecuencias que pueden ser impregnadas en nosotros; información que se graba indeleblemente en los cuerpos, y se hace parte de una memoria acaso eterna, para finalmente, descubrir que ésta puede ser traducida en música.
Es la primera vez que este meteoroide es exhibido al público. Fue traído desde el Museo de Historia Natural en Londres, y gracias al invento de estos mexicanos, hoy podemos imaginar y escuchar, tal vez, a qué suena el tiempo a través del universo.
La instalación estará disponible en el Glasgow Science Centre hasta el 29 de octubre de 2017, como parte del festival Sonica.