Las prismáticas creaciones de Gabriel Dawe (México) son bellos entramados policromáticos, conformados por centenares de hilos que uno tras otro ensamblan bellas piezas; su obra, insinuantes vórtices hilados en hipnótica geometría, remite a la tradición del telar y los colores de la cultura mexicana. Y como ocurre con los telares de Chiapas, Oaxaca y otros lugares del país, estas piezas se manifiestan como un hermoso arcoíris que estimula la percepción e inunda el espíritu de bellas sensaciones.
La serie Plexus constituyen en suma una especie de manifiesto micro arquitectónico que se amolda inundando de tonalidades el espacio. Sus piezas son luz que no se conforma de fotones, sino de tonalidades, y tal vez por ello provocan una ambientación que alude a un estado sublime de estimulación sensorial, recordando a las visiones huicholes que, generadas por el consumo del hikuri o peyote, quedan impresas en el arte de este grupo. Y es que al plantarte frente a uno de sus vórtices (ventanas que son simultáneamente espejos) es difícil no transportarte a la figura del nierika, el portal entre mundos dentro de la cosmovisión wirrarika (huichola)
Entre los pintores clásicos su usaba el recurrir a hilos de colores para encontrar las correspondencias tonales que debían aplicar en sus obras –contrastando uno con otro se daban cuenta de cómo un tono influía al siguiente, asegurando una composición armoniosa. Pero ahora, en manos de artista mexicano, ahora los hilos conforman urdimbres que son obras, tal vez cada color y cada hilo representa años de historia del arte, años coloridos y largos que suceden uno tras de otro asegurando un futuro brillante. Gabriel Dawe anuda luz, sueño y magia, y así promueve el vuelo de la imaginación.
* Imágenes: extraídas del sitio del artista.