Con más de tres siglos de antigüedad, la surreal fiesta de martillos explosivos representa una arriesgada tradición que navega el peligro y la efervescente religiosidad del pueblo de San Juan de la Vega, en Celaya, Guanajuato. La leyenda local cuenta que el venerado “San Juanito”, fue un rebelde quien en el siglo XVII robaba a los españoles hacendados para auxiliar a los pobres. Algo así como un Robin Hood mexicano, quien murió en una enredada con las tropas virreinales al ser descubierto. Otra versión no menos oportuna nos dice que aquél San Juanito fue en realidad San Juan Bautista, quien en aquellos años protegió al pueblo de un hueste de ladrones.
La fiesta comienza a eso de las 10 de la mañana con dos grupos de personas representando al ejercito y a los ladrones. Los guerreros estrellan sus martillos o marros en el suelo, mismos que les son adheridos petardos artesanales creados en casa con clorato de potasio y azufre. Al martillar del suelo, comienzan a retumbar las explosiones y muchos de los intrincados terminan heridos (tal cual como si estuviesen en una especie de batalla revolucionaria).
A pesar de la brutalidad con que se mira este espectáculo –y que ha sido considerada como una de las celebraciones más peligrosas del mundo–, las autoridades locales han hecho lo posible por controlar la enredada que no ha pasado a accidentes mayores.
*Imágenes: 1) lat.wsj.com; 2) www.oem.com.mx