En la búsqueda humana por dar sentido a sí mismo y a su entorno, las matemáticas siempre han fungido un rol fundamental. Este lenguaje ha sido un gran auxiliar para medir la naturaleza y revelar los ritmos y patrones que permitan entender una buena porción de la estructura del cosmos.
En esta materia los mayas son considerados entre las culturas más brillantes de la antigüedad. Recordemos que ellos fueron los primeros en dar valor al 0, una significación de lo más avanzada, lo cual les permitió acuñar uno de los modelos calendáricos más exactos, y exquisitos, de todos los tiempos.
El sistema matemático de los mayas se basó en signos que se repetían hasta formar secuencias y, en segunda instancia, patrones. Estas figuras, quizá por su apego a los ritmos de la naturaleza, resultan particularmente familiares a la mente humana. Lo anterior ha sido constatado por científicos y estudiosos, entre ellos el físico de la UNAM Luis Fernando Magaña.
Magaña encontró que el sistema matemático maya tiene mejores resultados en niños de preescolar y primaria. Con este sistema "los niños de preescolar aprenden a sumar y a contar hasta el mil, más de lo que establecen los programas de la Secretaría de Educación Pública (SEP)." advierte.
En tanto, las matemáticas mayas, por su estructura, incitan al razonamiento, de tal forma que cuando uno involucra a un niño con estas los pequeños adquieren el gusto por razonar, aprender a hacer sus operaciones pensando, además se divierten mucho.
En el 2010 este científico junto con otros académicos comenzaron a aplicar el método maya para enseñar a los niños matemáticas en zonas indígenas de Yucatán. Los infantes de estas zonas, que tradicionalmente en las evaluaciones se ubicaban en los lugares más bajos, a partir de ese año se colocaron en los primeros lugares en matemáticas.
¿Por qué sucede esto?
El sistema maya resulta un método mucho más didáctico que el tradicional, esto porque sólo usa tres signos: el punto, la raya y el cero (que está representado con un caracol). Ello lleva a que los niños deban memorizar muy pocos símbolos y, en cambio, concentrarse en asociarlos. Lo anterior favorece el desarrollo de una mente analítica, cualidad que a su vez es de gran utilidad a la hora de sumergirnos en las matemáticas. Además, al dejar de lado la memorización a favor de la correlación, entonces el lenguaje de los números se aborda como un todo y no como procesos fragmentados.
Lo que yo hago es mostrar el sistema matemático y después mostrar cómo se pueden realizar las operaciones sin tablas de ningún tipo, ni restar, ni sumar ni dividir, incluso se pueden hacer raíces cuadradas.
Magaña reconoce que el desarrollar una conciencia analítica favorece la formación de una mente mas crítica, proceso que luego se desplaza hacia sus decisiones personales de vida.
Finalmente, este caso nos recuerda que al rescatar los avances ancestrales de la cultura mexicana, un menester por demás valioso, comprobamos que desde hace milenios fuimos creadores de modelos de conocimiento complementarios, o en casos incluso superiores a los que luego heredamos de Occidente. Esto es un motivo más de orgullo para los mexicanos y un invaluable legado que nos convidaron nuestros antepasados –el cual, por cierto, haríamos bien en honrar.