Su padre fue uno de los artesanos más sobresalientes que ha tenido México, Manuel Jiménez Ramírez, y es considerado el artista que llevó la tradición de los alebrijes a Oaxaca. Ahora, Angélico Jiménez, para fortuna nuestra, ha seguido con esta técnica una que, en su estilo, su padre solo compartió a su familia.
La fama de su familia para el arte de los alebrijes comenzó cuando la propia familia Linares en la ciudad de México (inventores de los alebrijes) propulsó sus creaciones, que por primera vez eran hechas con madera en lugar de cartonería, como estaban acostumbrados los Linares, y además tenían cabellos elaborados y barbas hechos a base de ixtle .
Arrazola, el pueblo de Oaxaca donde ha vivido la familia Jiménez desde que guardan memoria, fue haciéndose cada vez más turístico gracias a Manuel Jiménez y ahora a Angélico y a su hermano Isaías. Aunque los vecinos han buscado replicar su técnica pareciera más bien tratarse de un asunto de imaginación prodigiosa imposible de plagiar.
Hoy las piezas de Angélico Jiménez son también muy reconocidas, ha ganado premios como el de Arte Popular Benito Juárez; formado parte de parte de la colección Grandes Maestros del Arte Popular de Fomento Cultural Banamex, A.C.,o alcanzado un reconicimiento del Museo de Arte Popular como Maestro Artesano, entre otros…