Detrás de los time-lapse hay un ejercicio de paciencia y, tal vez, una invitación a reflexionar sobre el tiempo.
Estos experimentos visuales consisten en construir un video utilizando una serie de fotografías tomadas en intervalos constantes, desde el mismo enfoque y, después, conjugarlas como si fuera una película de animación "stop motion", pero acelerada. Así, un time-lapse puede mostrar horas en tan solo unos minutos. Con un poco de ingenio se pueden transformar en un formato bellísimo que pone en amplia perspectiva la durabilidad de cada uno de los objetos que transitan el espacio representado.
En el time-lapse se hace evidente que, aunque todo está en movimiento (porque el universo está vivo) hay cosas que mantienen más consistencia, como las montañas, los edificios, los grandes árboles; y, otras, que son, más bien, contingentes, como las personas y las nubes. La paciencia está claro en el ejercicio de la cámara, que aguarda el tiempo que nosotros no nos permitimos para observar, con la mirada fija. Esa paciencia recompensa al lente con la visión de curiosos detalles.
Ojalá nos diéramos el tiempo para dejarnos llevar por la visión surreal de los paisajes mexicanos; sin embargo, en la rapidez se anuncia otra cosa, que tampoco deberíamos perder de vista. Mirar el mundo detenidamente es como mirarlo de cerca; mientras que observar el tiempo pasar aceleradamente, nos permite cierta distancia que revela hermosos patrones: el palpitar de la tierra; las formas repetitivas de las olas sobre la playa; el tránsito de las nubes; el humo de los volcanes; el ir, detenerse, venir de las personas.
El time-lapse demuestra que nuestra tierra respira, con un ritmo relativamente constante, como si soñara apaciblemente. Te dejamos una selección de hipnóticos time-lapse de algunos de los sitios más hermosos de México, para que tú también lo descubras.
*Imagen destacada: Carlos Adampol