Por todos lados se rumora: los mexicanos tenemos una peculiar relación con la muerte. Pero experimentando esta conexión, nosotros mismos hemos encontrado que lo más querido —cuando se trata del elusivo y polisémico concepto— son nuestros difuntos. Así, aunque aquí la muerte tiene muchísimos significados, si estamos tan cerca de ella es posiblemente porque queremos mantener viva la conexión con aquellos que "ya no están".
Por eso, a través de una serie de deslumbrantes rituales, definidos por las religiones y costumbres, pero que funcionan por nuestra profunda filiación a la espiritualidad, convocamos cada año a nuestros muertos, para pasar con ellos unos días, suspendiendo la distancia que la muerte implica o, desde una visión más optimista, haciendo valer la conexión que la muerte invoca.
Te presentamos, entonces, las más extrañas y hermosas tradiciones mexicanas para honrar a nuestros muertos. Si no las has experimentado, deberías darte la oportunidad.
Xanduu´Yaa, ritual zapoteca
Este rito que dura 9 días tiene orígenes prehispánicos y es practicado por la comunidad zapoteca en el pueblo de Juchitán, Oaxaca. La celebración comienza el 22 de octubre con una serie de rezos y el ensamblaje de los altares tradicionales, que se hacen de manera comunitaria con los vecinos, siguiendo la antigua tradición del "tequio". Para decorar las entradas de los casas, se arman unos preciosos arcos decorados con frutas.
Durante los 9 días que dura la celebración, los difuntos reciben visitas en las ofrendas de sus respectivas casas, donde los anfitriones ofrecen pan y café. El día de muertos se hace una tamaliza tremenda en el panteón. La razón por la que se recibe a los difuntos en octubre y no en noviembre es que la celebración está basada en el calendario zapoteca, que tiene 260 días, pues la comunidad nunca ha utilizado el calendario católico que rige a los demás.
Vuelo de los papalotes
En Oaxaca, el papalote sirve para enlazar nuestro mundo con el más allá. Según la tradiciones, funcionan como vehículos para las almas que descienden en la celebración de los muertos. La visión de los papalotes es una seña para atraerlos de vuelta a casa, donde su familia y amigos los esperan con hermosas ofrendas de flores, dulces, comida y aguardiente. Así, unos días antes del día de Todos los Santos, se vuelan los papalotes, por cuyos hilos bajaran los muertos. Estos están hermosamente adornados con dibujos de aves, estrellas o flores. Después de las fiestas, los mismos papalotes los ayudan a volver a su lugar de descanso.
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Exhumación de cadáver en Pomuch
Sin duda, un ritual que a muchos puede parecer extraño, pero que para los habitantes de Pomuch, en Campeche, es cotidiano. Después de tres años de fallecidos, los familiares de los difuntos exhuman su cadáver, con muchísimo cariño y delicadeza, para limpiar, uno por uno, los restos. Después de eso, realizan la misma operación cada Día de Muertos.
El mismo día, aprovechan para arreglar los nichos y tumbas, pintar el sitio, adornar con flores. Después de la limpieza, los restos se envuelven en preciosos paños bordados y se guardan en cajas de madera. Al terminar, los asistentes comparten la comida de la ofrenda y celebran el tiempo obtenido con sus difuntos.
"Cuerpo simulado" en Ocotepec
La fiesta del día de muertos, en Ocotepec, Morelos, es tan popular que hace aparición en uno de los libros más relevantes de la literatura moderna (Under The Volcano, de Malcolm Lowry). Y no es para menos: los habitantes de esta comunidad se toman la celebración muy en serio y adornan ricamente las calles, las casas y el panteón. El aire denso de copal y cempasúchil inunda cada rincón y sugiere, en el sopor, que el mundo conocido se está combinando con otro que les pertenece a los muertos.
La fiesta empieza el 31 de octubre, con misas, campanadas y cientos de personas que transitan las calles disfrazadas de monstruos y catrinas. Pero, entre las monumentales ofrendas, lo que no se escapa a la atención, son las figuras antropomorfas, de tamaño "real". Son los "cuerpos simulados", recreaciones de los difuntos que se colocan en las ofrendas y en las tumbas; bultos de distintos materiales, que se visten con la ropa y zapatos de los seres queridos que ya no están. En donde va la cabeza, se coloca una calaverita de azúcar.
Los vecinos y antiguos amigos visitan al muerto, le llevan un cirio (vela para alumbrarles el camino) y comparten con él la ofrenda.
Huehuenchada
La muerteada o huehuenchada se celebra de forma similar en Tetela del Volcán, Morelos y en San José Etla, Oaxaca. Es una tradición fantástica que por igual se burla de la muerte y honra a los difuntos. Consiste en "prestar" el cuerpo a un ser querido fallecido. El "huehuenche" se disfraza el 1 de noviembre del difunto a quien prestará materialidad, tal vez le toca ser campesino, policía, estudiante o quinceañera. Además se pone una máscara que simula un rostro con rasgos muy exagerados, simpática, pero también aterradora: un buen doble sentido, muy a la mexicana.
As las 12:00 las campanas suenan y los enmascarados van al panteón a "recoger" las almas que encarnaran. Algunos, incluso, se tienden en las tumbas y esperan a que el muerto los habite. Después empiezan las fiestas, al son de unas buenas cumbias, los muertos-vivientes, bailan, brincan, cantan, recorren las calles, beben y comen las delicias de la ofrenda. A continuación pasan la noche con sus familiares y amigos, porque al día siguiente a las 12:00 vuelven a sus tumbas (chumbala cachumbala).
*Imágenes: 1) Therese Beck; 2) Revolución 3.0; 3) Francisco Cubas; 4) Vice; 5) Arkeopáticos; 6) Crédito no especificado.