"Salvaje" llamamos a la naturaleza para invocar su cualidad destructiva, impredecible y "desorganizadora". Pero tal vez en estos tiempos, salvaje es precisamente nuestro paso por el mundo.
En México, particularmente, lo urbano se va desarrollando en torno a un principio errático: la necesidad; y no puede ni detenerse a pensar en el futuro o en la manera en que esta necesidad atraviesa otras formas de vida.
Este salvajismo ha afectado duramente a muchas especies naturales de las que, paradójicamente, dependemos si queremos mantener nuestro propio ritmo. Entre ellas están los colibríes y otros polinizadores (como las abejas).
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La UNAM al centro de una noble iniciativa para salvar a los colibríes
Los colibríes son esenciales para nosotros. Claudia Rodríguez, investigadora que forma parte de un hermoso proyecto de protección de colibríes de la UNAM lo resumió bien:
el colibrí es un "organismo que ha estado muy atado a la sensibilidad y al corazón de los mexicanos." Esta fantástica ave ha sido representada por distintas culturas de nuestra tierra y tiene un lugar divino en múltiples cosmogonías. Es eternamente simbólica.
Pero eso no es todo, como explica María del Coro Arizmendi, quien generó junto a la UNAM el proyecto "Jardínes Urbanos para Colibríes": "Acabar con los polinizadores nos va a hacer acabar con nosotros mismos." Solo en México hay 58 especies de colibríes, según la investigación de María y estos ayudan a polinizar alrededor de 1300 especies silvestres (como piña, frijol, plátano y muchas más).
La iniciativa de María del Coro, iniciada en 2014 con un jardín para polinizadores en la FES Iztacala, es cada vez más necesaria. Y en realidad es muy sencilla. Consiste simplemente en desarrollar una serie de jardines urbanos, con plantas y flores como mirtos, lavandas, aretillos, entre otras plantas que prefieren los colibríes.
Estos jardínes funcionan como oasis para ellos, donde pueden alimentarse, descansar y beber agua, preparándose para continuar migrando y hasta volviéndose habitantes del sitio, formando "pequeñas cadenas alimenticias" que incentivan la polinización.
Además, estos espacios se vuelven territorios de convivencia entre nosotros y los colibríes. Y, en la cercanía, nosotros comenzamos a valorarlos distinto, los reintegramos a nuestro imaginario cotidiano y generamos conciencia sobre la manera en que dependemos de ellos.
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¿Cómo ayudar a los colibríes en la CDMX?
Es posible hacerlo y no solo desde la capital, también en cualquier ciudad de México. María del Coro inició el reto #CreaTuJardínChallenge. Con solo unas cuantas macetas pobladas por algunas de las flores preferidas de los colibríes y algunos bebederos para aves, puedes generar tu propio oasis. No hay excusas, pues ningún espacio es demasiado pequeño. Puedes hacerlo en tu patio, tendedero, jardinera, ventana.
Los colibríes te lo agradecerán con sus cantos, belleza y simpatía. Y, aunque no lo sepas, también podrías estar ayudando a otras especies que lo necesitan, como las abejas; e indirectamente estarás apoyando al rescate de la flora que depende de la polinización de estos animales increíbles.
En última instancia, hacer un pequeño jardín de estos es apostarle a una humanidad menos salvaje, generadora de espacios dignos para todos los seres vivos. Es una acción casi microscópica, pero te envolverá y beneficiará en muchos sentidos.
Aprende más sobre el #CreaTuJardínChallenge aquí.
*Fuentes:
"Objetivo, recuperar el colibrí y su polinización" de Teresa de Miguel, publicado en El País