“Otros perrillos criaban que llamaban xoloitzcuintle que apenitas ningún pelo tenían, y de noche abrigábanlos con mantas para dormir. Estos perros no nacen así sino que de pequeños los untan con resina, que se llama óxitl (“aguarrás”), y con esto se les cae el pelo quedando el cuerpo muy liso. Otros dicen que nacen sin pelo en los pueblos que se llaman Teotlixcoy Toztlan.”
Fray Bernadino de Sahagún
Si en todas las culturas el perro es el mejor amigo del hombre, para el mexicano quizá también lo es en la muerte. No es casualidad, conocemos la estrecha relación que el mesoamericano tenía con ella, y desde luego, en esa transición mortuoria tenía que estar su canino endémico, guiándolo hacia el Mictlán, el inframundo, según la mitología mexica.
Su importancia era tal, que a este perro su nombre le viene de Xólotl, el dios prehispánico de la muerte representado como hombre con cabeza de perro. Según investigaciones del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, este canino tiene más de 7 mil años con nosotros, y aunque se sabe que durante la conquista estuvo casi al borde de la extinción, su refugio en las sierras de Guerrero y Oaxaca le conservaron hasta nuestros días.
Hoy su presencia invade las redes sociales, sobre todo en las que predominan las imágenes, como Instagram. Miles de xoloitzcuintles ilustran la vida digital de México y una cuenta en particular está recabando estas fotos: xoloitzcuincledemexico exhibe más de 1000 fotos de estos perros y son enviadas por los propios dueños.
“Manda foto, nombre y de donde es tu Xolo. La subiremos aquí y Face.”, dice en la descripción de la cuenta.
Este perfil muestra la enorme variedad de xolos que hay. Así que si creías que solo existía el clásico negro, sin pelo, y alargado, estás muy equivocado. Los hay güeros, con pelo, chaparros, grandes y con unas cruzas hasta surrealistas.
¿Cómo es tu Xolo?