* Nota: El uso de plantas como el toloache o, en su caso, el florpiondio, ambas de la familia de la Datura, es muy delicado y requiere de conocimientos avanzados. Sugerimos a nuestros lectores abstenerse de experimentar con ellas.
De villa en villa sin dios y sin santa María
La escoba, artefacto por antonomasia de la brujas para volar, era un utensilio al que se le untaba un preparado de varias plantas, donde la raíz de mandrágora (Mandragora autumnalis) y las hojas del beleño (Hyoscyamus niger) eran los principales ingredientes vegetales aplicados en forma de ungüento sobre un palo de escoba, que las brujas colocaban entre sus piernas y frotaban entre sus labios vaginales con la intención de hacer entrar al cuerpo dichas sustancias enteógenas. Ante semejante estimulación, las brujas emprendían un vuelo alucinante a rumbos desconocidos.
Ahora bien, el beleño y la mandragora (en el caso de Europa) así como el famoso toloache (Datura sp. en el caso de América) tienen la misma sustancia activa alucinógena llamada atropina, que es la encargada de hacer sentir al cuerpo la sensación de elevación por los suelos a grandes distancias, así como de vuelo a voluntad a lugares de interés por los practicantes. Las brujas de la edad media así como actuales brujos de otras culturas que emplean plantas con la misma sustancia activa, describen tanto la sensación de elevación como la capacidad de vuelo. Michael Harner (1972) y Marvin Harris (1974) hablan y confirman que el uso de dichas plantas provocaba las sensaciones antes mencionadas de vuelo y elevación por los aires. Cabe señalar que el polémico Castaneda describe la misma sensación de elevación al untarse una pasta elaborada por muchas especies vegetales, donde la semilla del toloache era el principal ingrediente.
El registro de plantas con dicha sustancia activa -la atropina– usadas en rituales o prácticas de índole mágica se registran en muchas culturas del mundo. México no es la excepción, varios grupos indígenas, e incluso prácticas mestizas, usan toloache en conjunto con otras plantas para embrujar y/o para obtener poderes de vuelo y vigilar sus cultivos, conocer partes del mundo lejanas, visitar a otros brujos o ir a curar algún enfermo. En el estado de Veracruz, en la Sierra Nahua de Zongolica, usan el toloache mezclado con manteca en forma de ungüento que aplican en emplastos con hojas de floripondio (Brugmansia Sp.) e higuerilla (Ricinus communis) en la parte media del vientre, con la finalidad de curar enfermedades estomacales: al aplicar dicho ungüento, los pacientes sienten una fuerte y repentina sensación de elevación por los suelos, el viaje por los aires provocado por el curandero hacia su pacientes tiene la intención de traer de vuelta al espíritu que se había perdido en el monte y que provocó la enfermedad.
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A pesar de la brutal persecución histórica de la iglesia y los gobiernos hacia los sabios de las plantas, los rituales asociados a plantas sagradas siguen vivos, estando vigente en los ancestrales conocimientos indígenas del medio ambiente, donde el uso correcto y ético de las plantas ha jugado un papel de lo más importante. Dichos conocimientos botánicos, antiquísimos, son el registro de la más antigua relación del ser humano con los ríos, el sol, los bosques, la luna, las lluvias y los vientos con ese mundo que occidente llama naturaleza …y que lejos de entender, lo ha devastado.
La magia con plantas es un conocimiento milenario, y un poder que esta muy lejos de la comprensión metodológica de la ciencia occidental; con su mojigata epistemología científico/industrial que no puede comprender esas otras formas de habitar la naturaleza sin destruirla, de formas de interacción no dominadora sino colaborativa con todos los seres vivos que coexisten en lo profundo de nuestros bosques, que son habitados por más de una inteligencia no antropocéntrica ¡Vivan las brujas!