“Cualquier tecnología suficientemente avanzada es equivalente a la magia”, decía Arthur Clarke. La magia es a quien recurrimos para nombrar a aquellos fenómenos que no podemos explicar pero que ocurren frente a nosotros. Fenómenos superiores que están sucediendo en otra dimensión, por ejemplo molecular.
A sabiendas de los embrujados por la lectura esotérica, los alquimistas, magos de oriente y occidente enfocados a la filosofía de las reacciones químicas de la vida, comprendían muy bien esta interdependencia de dimensiones a pequeña y gran escala. También lo entendían así los sabios curanderos mexicanos, cuando se trataba de comunicarse con la energía telúrica y con la de las plantas sagradas. Y es que la ciencia de las partículas puede ser tan abismal como el universo. Uno podría encontrarse con importantes misterios de la naturaleza en las grandes masas, pero también en niveles insospechadamente anatómicos y obtener información secreta de ellos.
Hace ya una década que el artista mexicano Arcángel Constantini trabaja con la tecnología multimedia, las transmisiones de información sonora y la nanotecnología. Nos ha mostrado las posibilidades que existen en una microrealidad, es decir, el grandioso alcance que podría tener el ser humano en esos mundos, de conquistar la tecnología nano.
La creación de sistemas funcionales a escala molecular es la parte más interesante de sus piezas artísticas; nada menos que un catálogo de fascinantes hipótesis e inventos puestos en marcha a lo largo de su carrera. Misteriosos cada uno de ellos. De la obra de Constantini, un alquimista de los circuitos y de los sonidos del espacio complejos de reproducir, podemos destacar algunas piezas extremadamente significativas, cada una de ellas con un profundo estudio físico, filosófico, animista y muy probablemente cuántico. Por ejemplo:
Se oye resonar en su página web, su Sistema de Induccion Mantrica Satelital (SIMS).
Se trata de un invento basado en tres ingredientes mágicos: los efectos del electromagnetismo a gran escala, la hipótesis de transmisión de información vía satélite de Arthur Clarke, y esencialmente en la estructura de los Maní Khor (o cilindros de oración), un instrumento tibetano ancestral cuya cubierta reza el mantra de om mani padre hum. Todos estos ingredientes tienen algo en común: la transmisión de energía. Mediante SIMS, Cosntasntini busca co-relacionar la energía con la resonancia, que una vez armonizadas, se amplifican y crean otra vibra en sincronización con la energía original. Este fenómeno algunos lo llaman co-creación.
El experimento, por demás brillante, no es sino una replica futurista del Maní Khor, pues al rotar el cilindro tibetano, los practicantes expresan la intención de la compasión a través de la oración; se induce este deseo en la máquina mántrica que lo amplifica (como lo amplifican las bocinas que Constantini agregó a su invento).
Su obra sin duda busca entrar en las conciencias.
Algunas imágenes de la hipótesis y prototipo:
En otra ocasión Arcángel Constantini creó un magnetoplankton.
Es un prototipo con cierta complejidad molecular, pues se trata de un invento conocido como “la máquina de la vida”. Constantini ha intentado replicar en éste, lo que ocurre con el ser humano en relación con el agua y el magnetismo, dos conceptos que Tales de Mileto atribuía respectivamente, uno al origen de toda la vida y otro a una especie de numen o alma.
El magnetoplankton se centra en la reacción de microrobots; estructuras de vida artificial que buscan una relación simbiótica con su entorno. Dotados de una memoria magnética (cuál ser humano), estos microrobots habitan en una pecera de agua que contiene plancton vegetal y animal (una metáfora de la memoria primitiva). Al ser intervenidos por campos magnéticos –que genera el espectador con ayuda de un microscopio imantado–, la información del plancton (en este caso) se borra casi por completo, se vuelve diamagnético, de manera que cambia su composición y sus formas de reaccionar en su pequeño espacio.
La hipotesis de la muestra es que la vida, al estructurarse en el entorno de la molécula del agua, percibe las oscilaciones de las energías al encontrarse en un entorno magnético (el alma magnética de la tierra).
Las creaciones de Costantini son producto para realizar miles de metáforas. Hipótesis que son poesía y a la vez realidad. Porque se materializan en fascinantes prototipos, pero también advierten un silogismo fundamental: como es arriba es abajo.
*Imágenes: 1) highness magazine; 2-7) Angel Constantini