El respeto a la verdad es, al mismo tiempo, la más alta cualidad moral y la más alta cualidad intelectual.
Alfonso Reyes
El hombre es social, y por ello, requiere de alguna especie de organización. Por ello desde siempre ha debido llegar a consensos sobre lo que es permitido, o no. A las reglas para discernir lo correcto de lo incorrecto, lo bueno de lo malo, se les conoce como moral.
Pero, ¿la moral difiere según la época? La respuesta es sí, aunque curiosamente desde hace miles de años ha prevalecido una premisa que habita prácticamente en cualquier religión: "no hagas a otros lo que no quieres que te hagan a ti mismo".
Desde esta última, encontramos que existen valores universales que superan las épocas, y que incluso es posible reconocer su veracidad aún cuando el periodo histórico en el que vivamos no les otorgue valor, por ejemplo, el entendimiento y honor que muchas sociedades tenían por la naturaleza, y que aún se manifiesta en grupos nativos de todo el mundo.
Así, existen valores universales que nos hacen más humanos, más conscientes, más empáticos, armónicos, más libres de algún modo, y es este el tipo de moralidad verdadera, la que prevalece no importan las épocas y la religión.
Sobre este complejo y hermosísimo tema, uno de los escritores más grandes que ha tenido México, elogiado por autores como Jorge Luis Borges, y dueño, tanto de una lucidez como de una sencillez conmovedora al escribir, elaboró una cartilla moral en 1944, cuando se la pidió con fines pedagógicos el entonces Secretario de Educación Pública, Jaime Torres Bodet: hablamos de Alfonso Reyes.
De esta manera, Reyes desglosó, no solo una serie de preceptos que nos harán tener una vida más encaminada a lo virtuoso, también desmenuza hábilmente el por qué sí existen valores que trascienden las épocas, y que nos engrandecen como seres humanos.
A continuación compartimos algunos conceptos que desarrolló este afable intelectual en torno a por qué la moral importa, el por qué siempre estará presente en nuestras vidas para acercarnos, incluso, a lo más parecido a la felicidad que se puede sentir en esta vida humana:
¿Por qué importa la moral?
Reyes nos invita a encontrar que la moral "humaniza más al hombre". Nos habla de la belleza inconmensurable de que ejercerla genera un equilibrio entre lo mundano y los valores más universales que van más allá del beneficio propio. Lo cual se traduce en una mayor armonía, tanto individual como universal, que de hecho, termina también siendo un beneficio propio, pero uno desinteresado y que genera una de las satisfacciones verdaderas, más grandes y perdurables en la vida de una persona.
El bien es la más alta cualidad moral pero también intelectual
Reyes nos habla de que una persona verdaderamente culta, no es aquella que puede enunciar conocimientos, sino aquella que, por su inteligencia, da verdadero valor a lo que vale. De este modo, sí, se trata de una inclinación de nobleza de corazón, pero también intelectual, de comprensión del mundo y la existencia humana.
La parte animal y la parte intelectual
Nuestro intelecto y conciencia nos ha otorgado la capacidad de frenar nuestra parte animal (impulsiva) cuando nos hacemos daños a nosotros mismos o a los otros, o a la naturaleza. Reyes es enfático, y muy sensible, al no negar la parte animal del humano, pero a darle su justo equilibrio, haciendo honor a nuestra humanidad. Es decir, hay que cumplir ciertas necesidades, pero siempre con un freno de la conciencia. "Ni hay que dejar que nos domine la parte animal en nosotros, ni tampoco debemos destrozar esta base material del ser humano, porque todo el edificio se vendría abajo."
El mal es ignorancia
Es verdad que una persona sabia, que hace honor a sus capacidades intelectuales, en ocasiones simplemente tiene esa naturaleza. En su cartilla, Reyes afronta a los que argumentan que una persona que hace el mal es por ignorancia, o bien, pues su naturaleza es más maligna; y no niega lo anterior, pero afirma que justo por ello es necesario que exista una educación que haga ver a los que, por cualquier razón no pueden ver, la importancia de valores universales, que, de hecho, nos hacen más libres, más sanos, más felices. "Aquí, como en todo, la naturaleza y la educación se complementan".
Cuestiona el concepto de desarrollo
En Occidente se aplaude mucho, tanto el desarrollo de la ciencia como el de las artes, en pro de una civilización, es decir, de una sociedad más culta. Reyes advierte, sin embargo, que no puede ser más civilizada una herramienta que finalmente tiene un objeto pernicioso. Por ejemplo, las armas de destrucción masiva de ninguna manera pueden caber en el concepto de una sociedad más civilizada. Así, también los supuestos avances solo cabrían en el concepto de desarrollo verdadero si contribuyen a la dignidad de las personas, de la humanidad y la naturaleza.
Dar valor a lo que vale
"Saber qué es lo principal, en lo que se debe exigir el extremo rigor; qué es lo secundario, en lo que se puede ser tolerante; y qué es lo inútil, en lo que se puede ser indiferente". Lo anterior enuncia una serie de herramientas que finalmente son recursos que nos llevan a una inteligencia emocional, a una mejor vida.
También hace énfasis en que moralidad va mucho más allá de lo que suele creerse, y da cabida a fenómenos como "El descanso, el esparcimiento y el juego, el buen humor, el sentimiento de lo cómico y aun la ironía, que nos enseña a burlarnos un poco de nosotros mismos, son recursos que aseguran la buena economía del alma, el buen funcionamiento de nuestro espíritu. "
La conciencia da valor a uno, a los demás, y a la naturaleza
Así como el "no hagas a otros lo que quieras que no hagan a ti mismo" aplica para conducirnos con respeto a las demás personas, esta premisa, en realidad, cuando hemos desarrollado más nuestra conciencia, empatía, verdad, se expande también a la naturaleza, y a nuestra casa entera, la Tierra. "Este respeto al mundo natural que habitamos, a las cosas de la tierra, va creando en nuestro espíritu un hábito de contemplación amorosa que contribuye mucho a nuestra felicidad y que, de paso, desarrolla nuestro espíritu de observación y nuestra inteligencia."
Más allá de preceptos, Reyes hace un comprensivo análisis de por qué la moralidad importa, por qué no es cosa del pasado, incluso, por qué nos conviene para la felicidad propia. Los humanos solo seremos más civilizados si somos más conscientes de nuestro propio bienestar, el cual no puede ir de ninguna manera desligado al de los demás y la naturaleza.
Sus palabras son sabias, nos resuenan y animan, sobre todo en una época donde pareciera que la vanidad y el éxito son los valores auténticos, una mentira que la verdad irá puliendo, como siempre.
Si quieres leer completa la Cartilla Moral de Alfonso Reyes, puedes hacerlo aquí.