Representar México siempre es un ejercicio tremendamente ambicioso. No hay una textura, un paisaje o un color que pueda resumir al territorio con precisión, probablemente porque es impreciso y muy vasto.
Sin embargo, recientemente —en la esteparia geografía de las redes sociales— han surgido memes que evidencian el absurdo tono sepia con el que las películas estadounidenses "tiñen" a México. Señalar este ejercicio de la visualidad hollywoodense es importante, pero sobre todo, tenemos que empezar a preguntarnos por qué se practica.
Probablemente en muchos niveles solo sea una resolución "simple" a un problema técnico. La conexión constante que tenemos con el vecino del norte lo ha obligado a incluirnos en más de una de sus narrativas fílmicas y, en muchos casos, es necesario dejarle claro a la audiencia que la trama está transcurriendo en México.
Así se construyó un cliché: en la visión de Hollywood, México es un sitio caluroso, polvoso, sucio, tal vez, y de donde vienen personajes ultra apasionados o con una pinta criminal (como hacen también con otros países no-occidentales) y eso se deja saber tiñendo la imagen de sepia.
Pero el cine forma e informa a sus espectadores y el recurso narrativo se transforma en un injusto y peligroso esquema de representación que nunca ha tenido justificación, pero que hoy, en más de un sentido, está desactualizado, pues como explica el teórico de la cultura Edward Said:
Nadie hoy es puramente una cosa. Las etiquetas como indio, o mujer, o musulmán, o estadounidense no son más que puntos de partida, que si son seguidos por la experiencia real por un momento, quedan rápidamente atrás.
Así lo dijo en "Cultura e imperialismo"
Por otro lado —y a riesgo de ensamblar una contradicción— el sepia sí es un tono "muy mexicano". Hay un momento, en temporada de lluvias (cuando en Morelos y en Oaxaca ya salieron las hormigas chicatanas y los cerros están verdes, verdes) que cuando atardece y el cielo está gris, pero aún hay sol, en el que todo se pone un poco sepia y el ocre del adobe y las arcillas domina absolutamente la paleta visual.
¿Cabe la posibilidad de que en un extraño ejercicio de abstraer al increíble México a través de un solo recurso, los no tan ingeniosos creadores en cuestión optaron por una abstracción que, ciertamente, apela a una de nuestras más hermosas facetas?