Había algo al interior de Fromm, uno de los psicoanalistas más importantes de la historia, que le decía que el hombre merece la pena.
Ello lo convirtió en un humanista, antes que piscólogo social, filósofo o psicoanalista. Su profunda esperanza en el hombre parecía llegarle de una intuición más que de otro lado.
La ascendencia de Hitler al poder le hizo buscar comprender los motivos por los que sus compatriotas alemanes le dieron el triunfo, y lo halló: la desesperanza. La Guerra Fría, lo mismo, le hizo buscar comprender si el hombre no puede sino autodestruirse; si, de plano, es maligno por naturaleza como dicta la premisa que hiciera popular Thomas Hobbes y que parecía reinar: “El hombre es el lobo del hombre”.
Fromm usó el psicoanálisis para aplicarlo a las decisiones en masa y entender las patologías que nos llevan a cometer actos sociales ‘malignoides’: el ascenso actual de Donald Trump sería un ejemplo pertinente. Y, más allá de las causas, lo que este pensador pareciera decirnos es: el hombre no es ni bueno ni malo, sino, hay hombres y mujeres más sanos que otros.
De este modo, lo malo, lo malicioso, viene siempre para Fromm de un problema más profundo, una situación que ha dañado al individuo. Este exiliado de su país halló en México un suelo fértil para el desarrollo de sus ideas, paso aquí la mayor parte de su vida sedentaria de adulto, de 1950 a 1973.
Arribó a México al psicoanálisis y fundó la Sección Psicoanalítica de la escuela de medicina de la UNAM y el Instituto Mexicano de Psicoanálisis.
La inspiración que le dio el México Profundo
Aquí se inspiró para probar por primera vez su método, el sociopsicoanálisis. Su musa fue el campesinado mexicano el cual sufría grandes transformaciones por el uso, sobre todo, de aparatos como la TV, que sustituían lo comunitario como una manera de cultura colectiva e imponían el materialismo como un nefasto valor.
El resultado fue publicado en su libro ‘Sociopsicoanálisis del campesino mexicano: estudio de la economía y la psicología de una comunidad rural’. Sus conclusiones llegaron a ser similares: el hombre, como le sucedía a parte del campesinado mexicano, puede volverse violento si las condiciones que vive le hacen sentirse desesperanzado y en abandono.
México fue el hogar de uno de los pensadores más importantes de la historia. Que haya llevado a cabo en estas tierras su experimento empírico más importante no es casualidad. Fue aquí donde conoció a Daisetsu Teitaro Suzuki, el filósofo que tradujo la sabiduría zen a Occidente. México fue un hogar silencioso de algunas de las mentes más convencidas del potencial del humano y lo que lo acerca a su naturaleza más sana: lo bueno.
Imágenes: 2) Mario Curis.