Ya sea por particularidades geológicas, por condiciones meteorológicas o a veces, incluso, sin explicación alguna, hay lugares que sugieren un halo de misterio. Al centro de México, en el estado de Guanajuato, existe uno de estos. Se trata de “Las 7 luminarias”, un racimo de volcanes, de los cuales 7 parecerían alineados con las estrellas.
La forma en la que están distribuidos los cráteres replican la disposición de las estrellas de la constelación de la Osa Mayor, fenómeno recuerdan una de las premisas más populares dictadas por la filosofía hermética; una oración universal que dice: Como es arriba, es abajo; como es abajo, es arriba. Se trata de un principio de correspondencia. O una ley, que alude a la relación inevitable entre el cosmos y el microcosmos (o lo que es igual, el universo y el ser humano), y que por cierto formó parte del cuerpo místico de culturas prehispánicas, incluidos mayas y mexicas.
Pareciera que existen innumerables correspondencias entre el cielo y la tierra, el cuerpo humano y los cuerpos celestes, donde lo más grande es igual a lo más pequeño y así, infinitamente. Los minerales, que se encuentran tanto en la tierra como en el cuerpo y en el cosmos, ejemplifican esta locución.
En el Valle de Santiago, Guanajuato, una extraordinaria obra de la naturaleza evoca la Ley de correspondencia; se trata de las Siete luminarias, un cúmulo de cráteres cuyos centros, en su mayoría, han formado preciosos lagos. Los cráteres –hoyos, hoyas o joyas, como les han llamado– son fuente de diversos mitos y metáforas en torno a su origen y relación con ciertas estrellas del universo. Por ello es que a cada una de ellas se le atribuye una importante carga energética y el poético apelativo de “espejos que reflejan las estrellas”.
A algunos de estos cráteres se les compara estéticamente con las galaxias M108, M109 y M97, sin mencionar la geografía de las fantásticas Pléyades. Sin embargo, la versión más aceptada, y por la posición en que se encuentran las estrellas con relación a los cráteres, es la que relaciona a las luminarias con la constelación de la Osa Mayor, que también posee siete importantes estrellas.
Se sabe de 16 de estos cráteres en todo el valle (que, curiosamente, se dice que es el ombligo de toda la República Mexicana), sin embargo son siete las luminarias célebres:
1. La Alberca: también llamada Templo del silencio. Se dice que su lago no tiene fondo pues contiene canales subterráneos y remolinos en su centro. Sus aguas son sulfurosas.
2. La Hoya de Cíntora: de agua salada. A este lago se le atribuyen propiedades curativas. Su interior se encuentra conformado por una serie de cuevas en las que se han encontrado pinturas rupestres y vestigios arqueológicos.
3. La Hoya de Flores o Álvarez: es el más grande de los cráteres. Su interior aguarda aguas termales y manantiales que brotan desde su suelo. También se han hallado cuevas con murales prehispánicos y basamentos ceremoniales.
4. Rincón de Parangueo: sus aguas son alcalinas. Se llega a él escalando un túnel de unos 500 metros de largo. Se dice que es uno de los cráteres con mayores concentraciones de energía.
5. Hoya de San Nicolás de Parangueo: se dice que las aguas de este cráter, formadas ricamente en tiempos de lluvia, cambian drásticamente de color para presagiar un evento climático, correspondiente también a la llegada de una nueva estación del año.
6. Hoya Blanca: conocida, también, como Hoya de Piedra. Se trata del cráter de mayor altura, con una altitud de 1850 mts.
7. Hoya de Solís: en este cráter se cultiva todo tipo de vegetales. No contiene agua.
Mitos y rumores en torno a las 7 luminarias
Entre leyendas, como la que se escucha pronunciar a hombres gigantes que viven bajo los cráteres, avistamientos extraterrestres que causan su enigmática carga enérgica, monstruos prehistóricos y lagos sin fondo, una de las más populares –y ciertamente con notables pruebas–, es la que refiere a los vegetales gigantes que han sido cultivados en estos espacios.
El primer hombre en sembrar lechugas, nabos, coliflores y otras verduras de exorbitantes dimensiones (entre 1.50 y 1.85 de altura), fue el campesino José Carmen García Martínez, quien advirtió la creación de sus alimentos gigantes con ayuda de procesos astrológicos que dictaban el tiempo adecuado para sembrar por medio de cartas astrales. Sin embargo, no puede descartarse el hecho de que estos cráteres contienen altas dosis de minerales que bien pudieron ayudar en la cimentación de la cosecha.
Aún así, ufólogos y arqueólogos de todo el mundo no se han hecho esperar.
Las luminarias se suman a la abundante colección de paisajes misteriosos que México, inexplicablemente, aguarda desde hace siglos en lo profundo de sus tierras. Luminarias, lagos o cráteres; cualquiera que sea su nombre no dejan de ser un fantástico holograma de lo que sucede arriba, en el universo.
En este mapa podrás encontrar su ubicación.
*Imágenes: mexico-net.mx; allthesky.com; skyscrapercity; zonaencantada.weebly.com; unionguanajuato.mx