El nahual (o nagual) ocupa un lugar muy especial en el imaginario mexicano. Entre todas las entidades liminales que habitan este territorio, su figura es sin duda unas de las más intrigantes. Además, ocurre algo hechizante en torno a los nahuales: de algún modo terminan envolviendo todo lo que pueda decirse o pensarse de ellos.
Un origen elusivo
¿Qué es un nahual? Cuando intentas responder, y conforme avanzas en tus pesquisas, curiosamente todo se torna más vago y se confunde. Al parecer, la naturaleza naturaleza de estos seres es en esencia misteriosa, y presume múltiples orígenes etimológicos, significados y cualidades.
Sobre la etimología de la palabra nahual, encontramos que una de sus posibles raíces es nahuali, verbo que en náhuatl alude al “acto de engañar, ocultar o disimular”. Mientras que el célebre historiador José María Garibay sugirió como origen probable el término nahui, que se refiere al número cuatro, tal vez en alusión a la personalidad múltiple, o su capacidad de transmutar. Pero existen otras varias hipótesis sobre el origen del término, y ya desde el siglo XVI se discrepaba al respecto entre cronistas e historiadores.
Pero la inmanencia embrujante del nahual no se limita a la etimología de la palabra, también a sus cualidades y conductas, a sus significados. Si buscas la definición de nahual o nagual en el Gran Diccionario Náhuatl, obtienes traducciones que van desde el simple "brujo o hechicero" (naual) hasta "entrar escondidamente" (nahualcalaqui), "tomar algo cautelosamente" (nahualchihua), "llevar a alguno por engaño" (nahualhuica), "confundir u ofuscar a los oyentes" (nahualitoa), "acechar escuchando" (nahuallacaqui) o "mirar cautelosamente" (nahuallachia).
Las distintas caras del nahual
Según el contexto y geografía, el nahual puede responder a distintas cualidades. El uso más frecuente de esta palabra es para referirse a un brujo o hechicero. Generalmente a este personaje se le adjudica un fin malvado, o por lo menos travieso, y ostenta una habilidad particular: transmutar a voluntad en un animal determinado o incluso en un objeto inanimado (como un relámpago o una bola de fuego). Existen numerosos mitos y leyendas protagonizadas por nahuales bajo su papel de brujos.
Poco después de la conquista los españoles ya interpretaban así este término. En su Vocabulario en lengua castellana y mexicana, Alonso de Molina advertía en 1571 al nahual como "brujo, hechicero o nigromante". También, Bernardino de Sahagún se refiere al nahual, a mediados del siglo XVI, en su Historia General de las Cosas de la Nueva España (Libro X, Capítulo IX) de la siguiente manera:
El naualli propiamente se llama brujo, que de noche espanta a los hombres y chupa a los niños. El que es curioso de este oficio bien se le entiende cualquier cosa de hechizos, y para usar de ellos es agudo y astuto; aprovecha y no daña.El que es maléfico y pestífero de este oficio hace daño a los cuerpos con los dichos hechizos, y saca de juicio y ahoga; es embaidor o encantador.
En otros contextos la palabra nahual suele asociarse a una entidad totémica, a una especie de aliado o alterego inseparable que un ser humano tiene en el mundo animal. Aquí el nahual actúa como protector de su "otro yo" humano. La relación entre una persona y su aliado animal es tan entrañable que se cuenta que cuando uno muere el otro cae también fulminado.
Un desdoblamiento interesante de esta noción tiene que ver con la proyección de una entidad anímica con la que se mantiene un lazo indisociable. Alfredo López Austin, en su obra Cuerpo humano e ideología. Las concepciones de los antiguos nahuas, refiere a esto como parte del sistema de creencias llamado nagualismo.
¿Dónde encontrar un nahual?
Tal vez el nahual solo existe entre líneas (gramaticales, conceptuales, históricas, etc). Y quizá en esto mismo radica su atrevimiento primario, su embrujo original, el acto mediante el cual honra su propia naturaleza: es esencialmente inasible, incluso a través de las palabras; cualquier intento por definir su figura con precisión, o de describirla puntualmente, está condenada a la confusión.
Es como si el nahual se eludiera a sí mismo y al hacerlo se mantuviera en la periferia de la comprensión. Como si radicase en un un reino distante del cual solo sale de vez en cuando para visitar el nuestro y dejar una pincelada para que el aventurado investigador o curioso persiga su rastro, siempre un paso atrás.
En este sentido el nahual nos remite a una figura arquetípica, la del trickster, aquel que domina las artes del embauco y que lo hace con una maestría que pareciera de otro mundo. Cauteloso, y astuto, siempre al acecho. En pocas palabras, los nahuales son seres que te embrujan mientras escribes o lees sobre ellos.