La fuga de cerebros es un fenómeno creciente en países subdesarrollados. Se refiere a la salida de talentos de sus sitios de origen, para aprovechar oportunidades en otros lugares, un problema que disminuye el capital humano de países que los necesitan aunque paradójicamente carezcan de oportunidades para sus mejores mentes. Es difícil renunciar a una cómoda vida en un lugar que ofrece espacios profesionales para regresar a un lugar de origen que quizá no cumple con expectativas laborales o de calidad de vida. Esto requiere de un alto grado de compromiso social y un valioso desapego.
El mexicano Enrique Lomnitz regresó a México para ayudar con sus conocimientos, renunciando a una promisoria carrera en Estados Unidos. Tras estudiar en la Rhode Island School of Design cambió su residencia a la Ciudad de México donde comenzó a trabajar con hogares de pocos ingresos, notando que el abasto del agua en esta urbe con más de 20 millones de habitantes es completamente anti sustentable (obtiene el 70% de su agua del acuífero del Valle de México provocando que la ciudad se hunda un metro cada año). Además, el 30% restante proviene de un río cercano cuyo acarreo anual emplea la cantidad de electricidad que gasta una ciudad de seis millones de habitantes.
Ante la nociva dinámica de abasto de agua de la Ciudad de México, Lomintz creó el proyecto Isla Urbana que pretende construir, a gran escala, sistemas de captación pluvial que según sus cálculos suministrarían a cada hogar seis meses al año, lo que a grandes rasgos se traduciría en el 50% de la demanda.
Hasta ahora Lomnitz y su equipo han instalado más de 2,100 sistemas en cuatro años con 15 900 beneficiarios, una tarea que se proyecta compleja si consideramos que en esta ciudad más de 10 millones de personas carecen de este recurso. Afortunadamente el proyecto ha recibido el apoyo de las autoridades en algunas zonas de implementación que podría extenderse. La idea es que este tipo de mecanismos se expandan culturalmente en la ciudad, al mismo tiempo que miles de personas accedan a un servicio por demás indispensable y relativamente sencillo en zonas donde la precipitación pluvial es generosa y que está radicalmente desaprovechada. Más de 18, 500 pipas han sido ahorradas con este proyecto que apenas comienza.
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