Primero, escucha algunos de los instrumentos prehispánicos más hechizantes:
Si hay algo que pueda admirarse profundamente de las culturas prehispánicas, es esa firme decisión de concebir todo como sagrado. Desde una celebración, una danza, una flor o una canción, hasta cada día del calendario de su existencia, el presente y ciertamente el por venir. Porque consagrando cada pequeña parte del mundo es como se aprende a valorar las verdades universales (y sus enseñanzas).
La música, como es de esperarse, poseía su sacralidad. Era a partir de la armonía musical que en el antiguo México se cantaba a la naturaleza y se celebraba a la vida. Y a pesar de que no se tiene la certeza de qué clase de sonidos lideraban a cada cultura, se han podido deducir algunos, tanto por los códices y los vestigios de instrumentos musicales encontrados, como por la musicalización de algunas celebraciones que con más de 500 años de práctica hoy en día se siguen realizando.
La música fue un regalo de los dioses. En náhuatl se hacía llamar tlatzotzonaliztli (del verbo tzotzona: hacer resonar) mientras que en maya se expresaba k’aay (música o canto). Los sonidos ciertamente eran el lenguaje para comunicarse con la naturaleza y sus divinidades, por ello es que tanto el canto como sus instrumentos musicales eran tan importantes. Un hombre de origen maya que tocaba el tambor, por ejemplo, mimetizaba las vibraciones de su instrumento con el cantar de un grillo; éste mantenía un ritmo, mientras el hombre lo seguía con su tambor. Eso era comunicarse con la naturaleza.
De igual forma, la música era un medio para reconectar con el cosmos; se le atribuía esta capacidad a través de cantos y letanías (pedir en oración por medio de la música). Además estaba estrechamente ligada a la literatura, especialmente a la poesía, con la que compartía en obras pictóricas el símbolo de la voluta o la “palabra florida”.
Pero la música no sólo fue baile y canto. Instrumentos de percusión, de aire y de cuerda dominaron gran parte de sus composiciones, creadas en su mayoría para celebraciones populares como las fechas de nacimientos o de las muertes, pero también en ceremonias de guerra, o cuando se interpretaba poesía en sentido amoroso.
El historiador Miguel León-Portilla nos da una breve introducción al universo de los instrumentos musicales prehispánicos, que básicamente eran de mayor uso los siguientes:
-Teponaztli: con ellos se acompañaban los cantos y danzas. Es éste un xilófono hecho del tronco de un árbol ahuecado y cerrado en sus extremos con madera, cuero u otro material. Tiene dos lengüetas situadas en una hendidura en forma de H en la parte superior del instrumento. En la inferior tiene una apertura rectangular que incrementa el volumen de la música.
-Huéhuetl: también era otro instrumento de percusión. Estaba hecho asimismo de un tronco de madera ahuecada y se colocaba en posición vertical. Su extremo superior se cubría con piel de venado que se ajustaba según se quería que se produjera el sonido. Sobre esa cubierta se tocaba con las manos hacia el centro y en los extremos. Los huéhuetl también acompañaban el canto y la danza.
Había también otros percusores, como:
-Timbales: a veces en forma de vasijas.
-Caparazones de tortuga, Áyotl y Chicahuaztli: (idiófonos de percusión) sonajas ceremoniales a modo de bastón; las hechas de hueso, omichica- huaztli; las ayacachtli, asimismo sonajas de diversos diseños y capacidades sonoras; los cascabeles oyohualli, generalmente de cobre.
Algunos instrumentos de viento eran:
-Tlapitzalli: flautas hecha de barro, carrizo, hueso o madera. Sus diseños eran múltiples e incluían algunos con rasgos zoomorfos o antropomorfos. En tanto que unas eran de forma tubular otras eran globulares o sea ocarinas. Su embocadura era alargada y las había de tubos dobles o triples y aun múltiples.
-Caracoles: a modo de trompetas; hechas de madera, barro o hueso.
–Silbatos chichtli: elaborados de barro con diseños muy variados. Éstos eran los principales instrumentos elaborados en Mesoamérica prehispánica y, por la abundancia con que se encuentran en excavaciones arqueológicas, dan testimonio de la importancia que tenía la música.