En los años cuarenta, justo cuando en Acapulco se rodaron películas de proyección internacional, y poco antes de que este hermoso Puerto se convirtiera en el favorito centro de descanso de personajes del Jet Set, la escritora (e imprescindible en la liberación sexual de la mujer) Anaïs Nin, descaansó en diversas ocasiones en este lugar. Ampliamente conocida por el diario de su vida que inició cuando tenía solo once años y que la acompañó prácticamente durante toda su existencia; también por sus cuentos eróticos, publicados cuando muy pocos se atrevían a hacerlo y por su amplia libertad sexual, esta mujer encontró algunas lecciones en Acapulco documentadas en su propio diario en algunas de sus visitas.
Mientras sentía que en occidente el hombre estaba supeditado al yugo del éxito, en los habitantes de Acapulco encontraba una manera de ver la vida que concebía a la misma como vivirla en todo su esplendor en el presente, sin preocupaciones como las de sobresalir sobre los demás.
En el volumen 5 de su diario escribe
Los habitantes locales no han aprendido aún los inventos de los blancos para viajar del presente, su capacidad científica para analizar el calor de una substancia, su abstracción de los seres humanos en símbolos. Los blancos han inventado lentes que hace a los objetos estar muy cerca o muy lejos, cámaras, telescopios, catalejos, objetos que interponen un vidrio entre vivir y la visión. Buscar poseer la imagen, no la textura, el calor vivo, la proximidad humana.
Para mi Acapulco es la cura para todos los demonios de la ciudad: ambición, vanidad, búsqueda del éxito en dinero, la continua y contagiosa presencia del poder que controla, individuos obsesionados con volverse conocidos, con ser el centro de atención, notados, como si la vida entre millones te hiciera enfermarte desesperadamente, una necesidad de escalar por arriba de la multitud, ser notado, existir individualmente, singular entre la masa de hormigas y ovejas… Aquí, todo esto es un sinsentido. Tú existes por tu sonrisa y presencia. Existes por tus gozos y descansos. Existes en la naturaleza. Eres parte del reluciente océano, eres parte de las deliciosas, bien nutridas plantas, tienes un matrimonio con el sol, inmerso en el no-tiempo, solo el presente cuenta, y del presente extraes las esencias que pueden nutrir los sentidos, así los nervios están inmóviles, la mente está tranquila, las noches son canciones de arrullo, los días son gentiles hornos donde las manos del escultor sabio rehacen los contornos perdidos, las sensaciones perdidas del cuerpo… Cuando nadas eres limpiado de toda esa excrecencia llamada civilización, que incluye la incapacidad de ser feliz bajo cualquier circunstancia.