Si uno analiza los distintos entramados del poder, encuentra que los intereses, finalmente, siempre recaen en algún punto en la naturaleza. Cualquier dispositivos que usas, por ejemplo, lleva entre sí piezas que vienen de la naturaleza; en los procesos de producción, solemos olvidarlo, pero todo desemboca en los recursos naturales.
En México, por ejemplo, la mayor parte de las zonas forestales del país, corresponden a indígenas y comuneros. Y ellos son los que en realidad advierten cuando las grandes compañías llegan para desplazarlos, contaminan sus recursos, etc., Nosotros, en la ciudad, muchas veces ni nos enteramos.
En las últimas décadas ello ha ido cambiando, cada vez más comuneros e indígenas están dispuestos para defender sus tierras; cada vez más, nos dan lecciones de que la noción de desarrollo económico por encima del desarrollo ecológico y social es un absurdo contundente. Y entre esta basta madeja de personas que nos han dado grandes lecciones, están las conocidas como abuelas tepoztecas, mujeres de la región del hermoso y místico Tepoztlán que desde los años 60 han defendido su pueblo y naturaleza de megadesarrollos que los excluyen y dañan la naturaleza.
Estas historias han quedado conservadas en el reciente documental llamado "La Batalla de las Cacerolas". Le llamaron así porque hay un capítulo preciso que se volvió famoso a nivel mundial, cuando decenas de tepoztecas y tepoztecos salieron a las calles con sus cacerolas para protestar por la imposición de un club de golf, que atentaba contra el abasto del agua. El caso fue ganado por los tepoztecos; una de las primeras victorias ambientales comunitarias del país.
La Batalla de las Cacerolas ganó recientemente un premio en el Festival Internacional de cine Ecofilm, mismo que recorre el mundo desentrañando las historias que nos hacen retomar nuestra naturaleza, como eso que somos, parte de ella.
Hoy la lucha de las abuelas tepoztecas está centrada en la ampliación de la autopista que llega a Tepoztlán desde la Ciudad de México, proyecto que está varado gracias a un amparo interpuesto por los habitantes. La incursión de la carretera no repercutiría únicamente en el tramo ampliado, haría también que este milenario lugar resguardado por montañas, se convirtiera en centro de paso, lo que resultaría en más contaminación, ruido, tráfico y nuevos proyectos comerciales cuyo objeto no necesariamente es proteger el medio ambiente.
Conoce un poco de estas mujeres, de la historia de su vida, de cómo el arraigo que se hace en un lugar, para muchos, es mucho más fuerte que cualquier criterio o interés económico:
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