La voz es un elemento tan sagrado que en la época prehispánica se consideraba una auténtica manifestación divina y, a pesar de que esta creencia ya no tiene la potencia de antaño, el encanto que la voz produce continúa.
Y es que, ya sea por un tono característico o por un verso particular, hay algunas voces que se vuelven una letanía, el himno de una colonia o un recuerdo muy íntimo. Este es el caso de la voz con la que se anuncian los coches que llevan fierro viejo en la CDMX, y la cual se caracteriza por tener el timbre muy agudo de una niña.
Pero, ¿a quién pertenece tan misteriosa voz? La historia se remite hasta la colonia Neza, a una casa que a primera vista se parece a cualquier otra. Sin embargo, detrás de sus muros está la niña de hierro, María del Mar Terrón, una joven que, sin deberla ni temerla, se ha vuelto parte de la cultura nacional, por la manera tan particular con la que anuncia la compra de fierro viejo.
Una melodía rutinaria…
Desde muy joven, María se ha dedicado al negocio de comprar objetos que las personas ya no usan. La labor no es nada fácil. Cada día, ella y su padre tienen que levantarse muy temprano y recorrer las calles en un coche al que ya se le han caído fragmentos de pintura. El andar del vehículo es lento, especialmente porque la lógica del negocio lo demanda, pues necesitan hacer varias pausas en su camino.
Debido a las dificultades de transporte que enfrentan, la familia opta por empezar las "vueltas" por las calles que están cerca a dónde viven, provocando que la rutina comience de una manera familiar, casi como un paseo, en el que María habla a través de un megáfono y repite las palabras que ya todos conocen y de alguna manera olvidan, hasta que ella las vuelve a pronunciarlas:
Se compran colchones, tambores, refrigeradores, microondas, estufas, lavadoras o algo de fierro viejo que vendan…
El ritmo con el que María nombra a cada objeto es lento, cadencioso, parece seguir un compás que nadie conoce y, aún así logra captar la atención de todos, especialmente la de los perros, quienes al percibirla, empiezan a aullar y ladrar en reacción al canto de la joven, como una bienvenida o un lamento. Aunque, los Terrón no desisten y continúan su paso por las calles, hasta encontrar a alguien que está buscando deshacerse de alguna televisión o un electrodoméstico.
Con el curioso tono se han realizado toda clase de experimentos…
En cuanto llega el primer objeto al auto, María y su padre tienen una costumbre: se persignan. Para ellos, esto es una manera de demostrar su gratitud, ya sea al destino o la bienaventuranza, especialmente porque el negocio ha menguado y ya rara vez sacan ganancias.
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De cuando el canto se inmortaliza
Pero la escasez del dinero no solo ha causado dificultades en la familia Terrón, también ha causado que esta familia mexicana —como muchas—saque su lado más creativo. Fue así que al padre de María se le ocurrió que su hija grabara en un cassette su voz, con las palabras que ya todos conocemos o al menos así lo narra su padre:
"Ese cassete se grabó de las doce de la noche a a cuatro de la mañana…"
La frase, que en sí era una enumeración de los objetos que podían entregar al coche de chatarra, tenía un único cometido: aumentar las ganancias del negocio, el cual iba a la baja. De acuerdo al padre de María, la grabación tardó cuatro horas. El procedimiento fue tardado, sobre todo porque había algunas palabras que María arrastraba más que otras, como si se estuviera tardando en encontrar el ritmo de cada letra. Sin embargo, cuando uno le pregunta a la joven el por qué había elegido ese tono tan particular, María responde que salió de manera automática, obedeciendo a su hablar natural:
"¿Cómo se me ocurrió grabarla? Pues así… mi papá me dijo: tienes que leer este párrafo, aquí hay dibujitos y sigue todo así como va" —dice la niña de hierro, quien hoy en día continúa la labor del fierro viejo en su colonia y cuyo cassette ha cruzado toda clase de fronteras, pues hasta en otros estados se le escucha.
El fenómeno que María y su padre desataron fue casual, producto de fuerzas que nadie conoce. Por otro lado, que este sonido ahora se haya vuelto parte de la identidad de su país, nos recuerda algo: la voz continúa teniendo su encanto, porque además de ser un instrumento musical, tiene una propiedad divina que, constantemente, nos convoca.
*Imágenes: 1 y 4) Crédito no especificado; 2 y 3) El País.