El piropo carga consigo una extensa historia de halagos, poética popular y noble romanticismo. Se desconoce su origen, pero la etimología griega del concepto sugiere que así se le llamaba a los rubíes por su semejanza al fuego. Se rumora que estas preciosas piedras rojas, eran ofrecidas como regalo a una persona amada; pero si uno no podía regalarlas, estas eran sustituidas por palabras bien ensambladas. Así, el piropo es palabra encendida, que viene del fuego enrojecido y se regala a quien provoca un amor muy profundo.
De este pasado borroso, el piropo conserva aún muchas cosas, especialmente su carácter ingenioso y espontáneo, lo que puede, en ciertos contextos, darle un toque poético. En México el piropo es tradicional —como el albur—, pero también, se ha empleado como nefasta herramienta para encausar el machismo y una nociva idea de que el hombre tiene derecho a invadir la intimidad, incluso a pasar sobre ella, de una mujer. De hecho, su uso grotesco, atrevido y hasta cierto punto más oportunista que oportuno (por ejemplo, gritarlos en las calles), lo han convertido en un ejercicio tachado por muchos y alejado de lo que bien podría ser una flor.
Afortunadamente, nuestra tradición conserva bellos piropos populares, de una construcción semántica excepcional y que —valiéndose del ingenio mexicano—, como buena poesía, rompen convencionalismos técnicos, buscando ritmos cadenciosos que, al ser enunciados, denoten, tal vez cualidades eróticas o estéticas, pero sobre todo, muchísimo amor. El piropo es una pequeña joya, que se escapa desde el interior; es más parecido a una flor que a una piedra y se deposita cuidadosamente. Y sí, es inspiración del momento, respuesta a un deleitoso contexto; pero si es ofensivo, no es piropo y, si no es ingenioso, que no se moleste en ser pronunciado.
Esta lista de piropos pretende ser un llamado a erradicar las múltiples formas vulgares e ínfimas de dirigirse a una mujer hoy en día, que convierten su calidad de “halago” en acoso, y a retomar un medio lingüístico tradicional que, pronunciado con respeto y sin imprudencia, bien podría calificar como poesía mexicana. Recordemos que el piropo descontextualizado, es decir sin consentimiento o simplemente invasivo, es una práctica denigrante, aún cuando este impregnado de desbordante ternura. Así que elige bien el contexto, o terminarás alimentando una de las facetas más despreciables del imaginario mexicano, en lugar de cultivar verdaderas flores.
Aquí algunos de los piropos mexicanos más amorosos:
"¡Ahora resulta que las flores caminan!"
"Si Adán por Eva se comió una manzana, yo por ti me comería una frutería."
“Hagamos un trío… tu, yo, y toda la vida.”
“Si quererte es un delito estoy ¡condenado a cadena perpetua!”
"Si la belleza fuera un instante, tú serías la eternidad."
"Se están cayendo ángeles del cielo."
*Y su ingeniosa variante: "¿Te dolió?… cuando te caíste del cielo, angelito?
"Si el sol pudiera mirarte, nunca sería de noche."
“Si la belleza es pecado tú no entrarás al cielo.”
"Yo te quiero más que a mis ojos, pero quiero más a mis ojos porque mis ojos te vieron"
“Quién fuera bizco para verte dos veces.”
*Fotografía: Nacho López ©