Seguramente has estado oyendo hablar del "sargazo" un alga de color café que se estanca en las playas del caribe mexicano y ahí comienza un proceso de descomposición que amenaza igual al turismo y al medio ambiente.
Y si cada vez está más presente esta planta en el imaginario es porque, debido a las altas temperaturas (consecuencia del cambio climático), la llegada de sargazo a nuestras playas ha aumentado un 600% en sólo un año (de 2018 a 2019). Entre más caliente está el agua de los océanos, más aumentan los nutrientes que necesita el alga para crecer.
“El sargazo es un ejemplo de lo que el cambio climático puede hacer al planeta al no tener cuidado del tratamiento de aguas residuales, inyectar tantos contaminantes al mar y emitir tantos gases invernadero" declaró la investigadora Rosa Elisa Rodríguez (citada en este artículo de El País).
En muchos sentidos el sargazo incomoda. A los turistas, porque es apestoso y le da una apariencia "sucia" a las playas; a los empresarios porque el turismo está disminuyendo por esta causa; al gobierno en todos los niveles, porque tiene que invertir en limpiarlo, y al ecosistema, porque en muchos sentidos, la presencia de esta alga lo desequilibra.
Al impedir el paso de luz y reducir la concentración de oxígeno, el sargazo está matando a distintas especies de peces, corales y tortugas. Se trata de una auténtica crisis ambiental de la que, en muchos sentidos, los humanos somos responsables.
Haciendo valer la conciencia sobre este hecho, Omar Vázquez Sánchez —un pequeño empresario originario de Quintana Roo— tuvo una idea genial: utilizar el sargazo como materia prima para hacer ladrillos orgánicos. Los bloques fueron probados para determinar su resistencia por investigadores de la UNAM en Puerto Morelos y se determinó que son muy eficientes; incluso resisten viento de huracanes.
Con ellos, Omar Vázquez ya ha construido casas. Para cada una se utilizan alrededor de 20 toneladas de sargazo; y, como él explica, las construcciones son térmicas, tienen buena acústica y son muy baratas y, claro, sustentables. Y no se trata solo de limpiar las playas, también de apoyar a comunidades de bajos recursos. Como declara Vázquez (de acuerdo a este artículo de El Financiero):
“El principal objetivo de la casa es contribuir para que las personas de escasos recursos tengan una casa y por ello nos hemos acercado a instituciones privadas, gobierno estatal y ONG, entre otros, para que donen una vivienda y se vean beneficiadas familias en zonas marginadas."
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El proyecto de este mexicano nos recuerda que pensar de forma sustentable implica pensarnos bien unos a otros, metiendo en la ecuación a los sujetos que nos rodean; a todas las formas de vida con las que compartimos territorio; al entorno, y al derecho de todas las partes involucradas a estar en equilibrio.
Desafortunadamente este gran esfuerzo no será suficiente, pues el sargazo (que es un asunto grave) es síntoma de un problema tremendo: el enorme daño que le estamos haciendo al medio ambiente.
Hoy nos toca a todos contribuir, con acciones pequeñas y cotidianas; con proyectos increíbles como este, y presionando porque las políticas públicas del gobierno en curso y las acciones del sector empresarial (y, claro, el turismo) no sigan desdeñando al medio ambiente.
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*Imágenes: Gladys Serrano/El País