Ana Gabriela Molina nació sin brazos, y 24 años después ganó un certamen de belleza en Coatzacoalcos, Veracruz. Así, esta joven mexicana emprendió una de las tareas más difíciles del arte de la educación: diluir estereotipos, en este caso de belleza, y sacudir los paradigmas que rigen la realidad cultural.
Psicóloga, modelo y conferencista, Ana Gabriela presume una actitud ejemplar: “He logrado superar todo lo que me ha ocurrido en la vida”, declaró a la agencia Reuters, y advirtió que una circunstancia en su camino, por ejemplo nacer sin brazos, no le ha impedido soñar y luego materializar sus sueños.
En marzo de 2020 participará en la edición estatal del concurso de belleza, y si triunfa entonces accedería a Miss México (el certamen más importante a nivel nacional). Pero independientemente de lo que ocurra con su carrera, por lo pronto resulta ya fascinante la figura de esta veracruzana; su historia demuestra cómo la voluntad puede dominar la materia, y así Ana Gabriela trasciende su propio cuerpo físico para cambiar una pequeña porción de realidad.
En México ocurren permanentemente historias como esta, y no inspirarnos en ellas sería una verdadera lástima.