La sexualidad es, tal vez, uno de los aspectos menos explorados en la vida. Y es que a pesar de estar irremediablemente adherido a nuestra existencia, de sexo hablamos poco. Así, no se nos platica o se pregunta sobre la sexualidad prehispánica. Mucho menos en la escuela.
Mientras que nos encanta ligar la palabra "fertilidad" a los nombres de las primeras civilizaciones, en realidad dejamos callado el detalle menos metafórico del acto de fertilizar. Sin embargo, el asunto nos intriga y seduce notablemente y estamos acostumbrados ya a leer y construir toda clase de hipótesis sobre la forma en que nuestros antepasados concebían y practicaban su sexualidad, sus géneros y la acción de reproducirse, porque las estamos buscando.
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Pero ¿podríamos realmente entender la sexualidad en el México prehispánico?
Sin embargo, deberíamos saber que cualquier lectura sobre la sexualidad en antiguas culturas es siempre una interpretación que podría refutarse con nuevos hallazgos o interpretaciones mejor argumentadas.
Y que, además, todo lo que "sabemos" sobre la sexualidad en el México prehispánico es una especulación construida con base en conceptos que son nuestros y que nosotros, los del presente, entendemos y dominamos.
Sin embargo, los historiadores anotan y concretan
Alfredo López Austin, por ejemplo, escribió que cada cultura "tuvo una actitud muy peculiar frente al erotismo." Huastecos y otomíes, eran amables en ese sentido. Los nahuas, no tanto; para ellos, según el historiador, la sexualidad era un regalo y tenía que moderarse "su disfrute". Los mayas, por su parte, tenían una sexualidad más fluida. Pero todo es relativo. Y ¿a qué? Pues a las fuentes.
En muchos casos son fuente las notas de los cronistas, españoles que exploraron desde su muy particular perspectiva un mundo que ninguno de nosotros ha terminado de entender. ¿Será que describieron lo que veían (y sentían) como más les parecía conveniente?
Por otro lado, hay prácticas que "nos sorprenden" como la homosexualidad en el México prehispánico. Algunos prefieren entenderla como una rareza del pasado y otros, como argumento para ser o no homosexual en el presente. Pero francamente ¿es tan extraño? Cada quien deberá asumir lo que significa su respuesta.
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Por otro lado, ninguno de nosotros puede evitar jugar con el propio cuerpo y los cuerpos que lo rodean. La vida es un inmenso experimento; una prueba constante; un camino que se va trazando de acuerdo a esos placeres que deseamos repetir y esos dolores que preferimos evitar; siendo la vida el placer máximo y la muerte el dolor eterno.
Pensemos que si no hubieran sido sexuales ellos no existiríamos nosotros, así que hay que celebrarlo. Nosotros lo hacemos con esta serie de preciosos —a ratos carismáticos, a ratos tímidos— desnudos prehispánicos.