El sonidero es una de las máximas expresiones identitarias de los barrios de México. En las calles y vecindades del país, entre luces de neón, trajes con lentejuelas, botas, tenis y unas buenas botellas de cerveza, la gente se arremolina en torno al grupo invitado. Acá la cumbia, la guaracha y la salsa guían sus pasos. Los cuerpos, extasiados, bailan hasta quedar rendidos; sudorosos y complacidos. Existe una cercanía entre todos los asistentes: comparten gustos musicales, un territorio e incluso una identidad.
El sonidero tiene sus inicios desde la década de 1940 a 1950. El movimiento cobra vida en el Estado de México, cuando en un pachangón a alguien se le ocurrió ponerle sabor a la fiesta. En este sentido se busca complacer a todos. Se aceptan las solicitudes y se intervienen con saludos, mensajes y alguna que otra frase; la música nunca se escucha sola, este es uno de los elementos más significativos y representativos del sonidero.
Aquí se abre un espacio de sociabilidad donde todos son bienvenidos; no se excluye a nadie. Es por todo esto que el sonidero se ha convertido en un fenómeno social y cultural, una dinámica que hoy día nos caracteriza. Yo no soy guapo es un reflejo vívido de este movimiento y la defensa a los grupos sonideros.
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La directora es Joyce García, egresada de la Universidad de Veracruz en la licenciatura en Fotografía. Su documental, Yo no soy guapo, filmado en 2018, fue acreedor del Programa de Estímulo a Creadores Cinematográficos del IMCINE, ganador del Programa de Fomento y Coinversiones Culturales del FONCA y del Apoyo a la Postproducción de Procine.
Puedes verla en la Cineteca Nacional. Consulta aquí los horarios.
*Imagen destacada de: cinepremiere.com.mx