Los integrantes de la banda de rock estadounidense Interpol han declarado, en más de una ocasión, que están enamorados de México. Pero amarnos va "con todo": contrastes; desastres; colores estruendosos; misticismo contemporáneo; protesta; movilidad indeterminada y, por supuesto, belleza caótica.
Y es que cuando se narra esta región geográfica y conceptual con la mirada extranjera, a veces se olvida que México es efervescencia, no una escenografía estereotípica de color rosa mexicano, nopales y apacibles campesinos con enormes sombreros. Pero parece que cuando los músicos de Interpol dicen que México es su "segundo hogar" lo dicen en serio. Por lo menos así lo demostraron en su videoclip para The Rover, primer sencillo de su disco Marauder que salió el 24 de agosto de 2018.
El micro filme musical, dirigido por el mexicano Gerardo Naranjo (que también ha colaborado en series como Narcos y Fear The Walking Dead) y protagonizado por Ebon Moss-Bachrach cuenta una historia curiosa y definitivamente caótica. Ebon y los tres integrantes de Interpol se dirigen a una sesión de fotos de la banda en la Ciudad de México, cuando el actor pierde la cabeza y escapa en medio de la avenida Reforma. Después es levantado de una banqueta por un grupo de chicos mexicanos que se lo llevan a conocer la ciudad. Pasan por el Mercado de Sonora, calles de toda clase de barrios, el metro, casas en la periferia. Al final, se cuelan en la presentación del disco Marauder (que estaba pasando efectivamente en una casona en la colonia Juárez mientras se filmaba el video) irrumpiendo la escena como en una especie de performance que dejó muy sorprendidos y confundidos a los auténticos espectadores.
Esta mezcla entre ficción, cuasi documental, o mejor dicho, "camara escondida" resultó en un auténtico tributo a los fans mexicanos y en un retrato espontáneo y sin tapujos de la inmensa (en todos los sentidos posibles) Ciudad de México. La canción detrás del clip, The Rover, refiere precisamente a un personaje que explora, a una especie de vagabundo urbano por elección (del estilo de Jack Kerouac, tal vez) que simplemente quiere dejarse tocar, modelar, embelesar y hasta destruir por el mundo que lo rodea, porque así entiende vivir; como un acto de presencia que se deja llevar. El clip es una narración también espiritual, de un tipo que perdido se encuentra, se limpia y se resuelve, sin cerrarse a las posibilidades e invitaciones de la locura y el quiebre. Tal vez como esta ciudad; tal vez como este país.
No pudieron encontrar mejor sitio para filmar esta historia.