Yalitza Aparicio, la protagonista de ROMA, se ha convertido en símbolo de muchas cosas. Por ser indígena, ser maestra normalista, ser mujer y ser mexicana, la inmensa fama que ahora la rodea la convierte no sólo en un sujeto a seguir, sino en una voz con múltiples replicadores y bien posicionada que podría, si así lo decide, hacernos reflexionar sobre muchos asuntos sociales y de identidad.
En gran medida lo ha estado haciendo. Sobre todo al responder elocuentemente y de manera justa a las críticas que toda clase de agentes emiten sobre ella, su origen, su actuación y hasta su ropa. Sí: la actriz ha protagonizado toda clase controversias por su forma de vestir, pero lo que su imagen nos recuerda es que no solo se vale mezclar, sino que urge hacerlo.
¿A qué nos referimos? A que además de que "está bien" que una chica indígena se vista con ropa que "pertenece" a una cultura ajena a la suya (por que es absolutamente su decisión), esa acción no representan un desdén hacia otras partes de su identidad. También a que es importante que Yalitza porte (tal vez sin hacerlo como declaración política, tal vez sólo porque se le antoja) textiles tradicionales en contextos donde no serían vistos.
Por un lado porque es una forma de regresarlos al imaginario contemporáneo, re-valorarlos y de recordarnos que existen un montón de grupos culturales con magníficas expresiones creativas que, injustamente despreciamos (a veces con actos de racismo, burla o incluso cuando regateamos a los artesanos).
Por otro lado, porque es muy importante, sobre todo si nos llamamos a nosotros mismos mexicanos, considerar la posibilidad de hacernos más flexibles y disfrutar a nuestras anchas de los cientos de miles de símbolos que están presentes en el espacio que todos estamos compartiendo.
No se trata de "apropiación cultural" en el sentido perverso o con la intención de explotar a una comunidad cultural ajena a la propia, sino de celebrar que, al fin y al cabo todos nos agrupamos bajo los límites —sí, imaginarios, históricos e impuestos, pero completamente reales en sus consecuencias— que definen a este país, a México.
Yalitza es muchas cosas y nos afecta de muchas maneras, pero, sobre todo, es un recordatorio, de que, en nuestro tiempo las fronteras son desmontables y se pueden replantear. Te compartimos entonces una serie de fotografías donde la actriz y maestra vistió con textiles tradicionales, curada y comentada por la fantástica activista, lingüista e investigadora ayuujk oaxaqueña, Yásnaya Elena.