Los pintores que permanecen siempre se distinguen por algo. Aunque se hable de la inexistencia de una originalidad, palabra polémica desde su connotación (relativo al origen), un artista lleva un sello que lo separa del resto y da a su oficio –y a nosotros– un nuevo respiro.
El pintor Rodolfo Morales nos legó precisamente eso, un nuevo aire tanto en la pictórica mexicana como en la universal. Oriundo de Oaxaca, de niño vivió, como muchos, en condiciones de pobreza; llevó una niñez solitaria, como él mismo apuntaba y dibujar fungía para él como un escape. Luego estudió arte en la Academia de San Carlos, en la ciudad de México, e impartió clases durante más de 30 años.
Rufino Tamayo fue su gran descubridor. Morales organizaba pequeñas exposiciones y fue en una de ella donde Tamayo lo conoció. En aprecio as su obra le abrió puertas que serían decisivas para darse a conocer.
Junto con Tamayo y Francisco Toledo formó parte del trío de pintores mexicanos más reconocidos de su época, una terna que se distingue por la "mexicanidad" de sus obras.
La obra de Morales
Sus pinturas irradian algo infantil y lúdico. Son calificadas como realismo mágico y es conocido como El pintor de los sueños. Jamás consideró su trabajo como surrealista o de realismo mágico; solo pintaba lo que había en el paisaje oaxaqueño que vestía su vida cotidiana.
Sus colores son magníficos, y conseguía a partir el fulgor de sus tonalidades la gama cromática alegre y despierta de México, de sus pueblos y mercados.
Pintaba mujeres volando, sobre todo; nos legó caras achatadas y anchas, rostros siempre con gracia: los pueblos coloridos y tranquilos en su alegría; aunque la alegría siempre es movimiento.
En sus figuras los cuerpos vuelan casi siempre con fondos de plazas, kioscos y casas tridimensionales, con honestos trazos propios de la percepción de un niño… Quizá Morales sea portador de esos ojos infantiles que plasman el movimiento cromático mexicano.
Su herencia cultural
Al igual que Toledo, Morales estuvo siempre preocupado por el desarrollo y la preservación de la cultura oaxaqueña. Ayudó a la restauración de edificios históricos en su natal Ocotlán y, junto con Tamayo y Toledo, creó en Oaxaca un centro de arte contemporáneo para fomentar el turismo.
Aunque muchos creen que jamás en vida obtuvo el reconocimiento que merecía, la fama que alcanzó la vinculó siempre a su fundación: casi todas las utilidades de su obra las destinó a preservar la cultura de su estado.
Los colores de este artistas nos alegran, son como un espejo de brillo y esperanza.
Gracias Morales.