A Benito Juárez solemos imaginarlo con el aire de dignidad que siempre le cubre. Orgulloso, fraguando asuntos de Estado y teniendo la suficiente valentía para retar al empoderadísimo clero. En su vida amorosa y paternal, sin embargo, nos resulta muy ajeno.
Los intercambios epistolares, en este sentido, nos ayudan a descubrir las faceta más íntima de personajes extraordinarios: como si pudiéramos escuchar lo que hablaba desde su corazón y los más íntimos de sus pensamientos. Y sí, nos sentimos más cercanos a ellos, aunque sea ilusorio, como muestra el intercambio de cartas entre el enamorado Juan Rulfo y Claudia Aparicio.
La siguiente es una carta de Benito Juárez dirigida a su esposa Margarita Maza. Ambos llevaron un intercambio epistolar importante ya que las medidas anticlericales de su marido llevaron a que debiera vivir este fuera de México durante largos periodos. En ocasiones Maza perdió todo, y aún así, se las ingeniaba para apoyar incluso económicamente a su esposo desterrado. En la siguiente carta Juárez echa de menos a su esposa e hijos, sus palabras son cariñosas y es fácil imaginarlo con su aspecto más entrañable, de hogar, donde él es un hombre que cumple distintos roles:
Villa del Paso (del Norte), marzo 2 de 1866.
Mi estimada Margarita:
En el correo pasado recibí tu carta de 31 de enero con la de Beno y en el de anoche recibí la otra de 7 de febrero.
He leído ambas con mucho gusto porque me dices que tú y nuestros hijos siguen sin novedad y esto me tiene muy contento como debes suponer.
He visto la carta que te escribió nuestro hermano Pepe el que nos informa de la mala situación que guardan los traidores de Oaxaca cercados por nuestras fuerzas. Creo que pronto quedará restablecido el orden en aquel estado. Cuando le escribas a Pepe dale mis memorias, lo mismo que a Candelaria y a la comadre Pérez.
Enseñé a Goytia el párrafo de tu carta en que me hablas de su familia. Recibió la carta que le mandó Santacilia.
Quedo enterado de que te disponías ir a Washington. Romero también me lo anuncia diciendo que pensaba darte un baile si lograba algunos fondos que estaba buscando. Sea que haya baile o no, me parece muy bien que vayas a visitar la Capital de esa República. Ya me dirás lo que haya habido en tu viaje y visita.
Dile a mi Beno que he leído con mucho gusto su cartita y que me alegro de que se esté apurando en sus lecciones. Procura que esté siempre aseado. A nuestra Nela dile que veo con mucho aprecio sus letras y estoy muy contento con que María esté cada día más traviesa y encantosa.
Cuídenla mucho, mientras tenga yo el gusto de tenerla en mis brazos. En fin a las demás muchachas diles que no las olvido un momento y que no pierdo la esperanza de que pronto las estreche en mis brazos.
Tu esposo que te ama y desea… Benito Juárez.