El imperio purépecha fue el más grande en el occidente prehispánico. Incluso en tiempos del gran imperio mexica, este conservó sus gobiernos tras unificar sus tres reinos y evitó así ser conquistado.
La mayor parte de la información que conocemos de su cultura antigua (pues en Michoacán continúan existiendo), además de por las pinturas rupestres y los vestigios de su arte, es gracias al texto Relación de Michoacán, redactado en 1540 por Fray Herónimo de Alcalá para el Virrey Antonio de Mendoza.
Esta fascinante cultura, que habitó en aquel tiempo prácticamente todo Michoacán y parte de otros estados, como Guanajuato y Guerrero, poseía una cosmogonía propia y un rica estructura sociocultural. Y entre las muchas particularidades de este grupo se encuentra el simbolismo que los purépechas asignaban a distintos elementos del cuerpo humano, mismo que Roberto Martínez González analiza en su libro Cuiripu: cuerpo y persona entre los antiguos p´urépecha de Michoacán.
Según Martínez, en la concepción purépecha “la cabeza, los pies y la piel pueden indicar el estatus de los personajes, mientras que la sangre y el corazón se asocian al pensamiento, las emociones y las facultades”. Existe un híbrido que nos habla de ciertas propensiones según la naturaleza de las personas, aunque también de una capacidad del hombre para buscar su propio talante.
A continuación desglosamos algunas de las correspondencias incluidas en la obra anteriormente mencionada, las cuales sin duda nos acercan a este increíble aspecto de la filosofía purépecha:
La sangre
Para los purépechas la sangre estaba ligada a la vitalidad del organismo, naturalmente, pero también a la personalidad y ciertas funciones intelectuales. Para ellos habían personas de sangre fría, y también de sangre caliente:
Las personas de tez oscura suelen tener sangre caliente y "pensamiento" fuerte, por ello son resistentes a enfermedades frías como el "susto" y el "aire". Quienes tienen la piel más clara son de sangre fría y "pensamiento" débil, pero son menos proclives a contraer enfermedades calientes como el "mal de ojo" y la hechicería o "daño". (Gallardo Ruiz, Medicina tradicional…, p. 115.)
En relación del papel de la sangre en los sacrificios humanos nos dice Martínez González:
Tomando en cuenta lo anterior, podemos suponer que aquello que se entrega a los dioses en el sacrificio no es sólo la vitalidad de la víctima sino también una parte de carácter y personalidad.
La cabeza
En el códice Florentino se menciona algo muy preciso sobre los purépechas "se llamaba a los michoacanos quaochpame porque "nunca se dejan crecer el cabello […] todos se rasuraban las cabezas".
La cabeza era muy importante y por medio de ella, de los atuendos con los que se adornaba, se proyectaba el estatus social, por ejemplo con "guirnaldas de tréboles y flores, de pluma, de piel de venado o de jaguar y de hilos de colores como insignias de gobernantes, guerreros y dioses."
En el arte ruprestre de la cuenca, caracterizado por su estética minimalista, los pocos atuendos figurados son mostrados en la cabeza. Mientras que en su escultura es relativamente frecuente que dicho punto se encuentre marcado con una incisión o protuberancia. Esto sugiere que "la fontanela parece ser un punto por el que la cabeza y el cuerpo se abren a las influencias del entorno y, tal vez en razón de ello, figura como centro rector."
El corazón
El mintzita es vinculado altamente con el pensamiento. Además de un órgano vital era considerado el talante que daba eje a un hombre o una acción.
Mintzita haramenchani –literalmente "tener abierto el corazón"– significa "tener sentido y raciocinar como hombre", mintzitaro angueuani –literalmente "gustar o desear algo en el corazón"– quiere decir "ymaginar algo" y mintzita ambetatspeni –literalmente "corromper el corazón"–, "perturbarlos, distraerlos y sosacarlos, yntroduzirlos". Conocemos referencias al corazón que aluden a emociones: mintzita veztaparini hamani –literalmente "andar con el corazón angustiado"–, "biuir con mucha passión y angustia", mintzita ha[t]zini –literalmente "ponerle corazón"–, "determinarse", mintzita pá- maquareni –literalmente "doler el corazón–, "afligir su corazón". Encontramos frases en las que el mintzita se asocia a la respiración: mintzitani "alentar, tomar aliento", mintzitanstani "resollar", mintzitaqua "aliento, resuello, o huelgo".
La boca
Suele ser casi ignorada en su arte. En las buenas maneras purépechas contemporáneas se enseña que la boca es un sinónimo de prudencia. Como si de ahí dependiera buena parte de la sanidad en las relaciones y vida misma del individuo .”Para hablar, no se debe mostrar demasiado la boca”, nos dice Martínez
*Imagen:Sergio Alfaro Romero