Huey Tonantzin (Gran madre) es el título en náhuatl de una canción mexica muy antigua que hasta la fecha se sigue interpretando por numerosos indígenas de esta habla. A través de este canto –una especie de mantra prehispánico del que podemos reconocer la extraordinaria y también hipnótica repetición de palabras como un medio de oración– Shaun Nununtzi, músico radicado en Berlín, le canta a la madre tierra: la sagrada locación de Wirikuta, en San Luis Potosí.
Atendiendo a las creencias de los indígenas wixarika –o huicholes–, fue en este sitio donde el mundo entero habría de crearse; el primer punto donde salió el Sol y también el escenario donde se reúnen espíritus ancestrales cuya posición se encuentra en cada punto cardinal de esta tierra. Fue gracias a la tierra de Wirikuta y a su espíritu del híkuri (o peyote) que los wixarikas sobrevivieron a la hambruna, pero además donde esos hombres del mar aprendieron a recorrer el desierto –por cierto un escenario que, debido a sus condiciones climáticas radicales y sus escenarios eternamente silenciosos, ha germinado inspiradoras metáforas para caminantes y chamanes desde hace siglos. Y he aquí la importancia de la cosmogonía wixarika.
La experiencia del enteógeno más mexicano contiene para quien lo prueba una demostración holográfica en tiempo real de lo que el espíritu inmortal desea. Y para Shaun Nunutzi, esta –la experiencia que cambió su vida– y la madre tierra de Wirikuta merecen elogiarse a través de lo que mejor hace: la música. Huey Tonantzin es una de las cuatro canciones que conforman su EP Wirikuta bajo el nombre de TAU, una especie de proyecto-colectivo donde ha invitado a participar a numerosos músicos de la escena psicodélica actual.
El disco de corta duración es en su totalidad una especie de mantra chamánico; una serie de cantos ritualistas cuya base, notablemente en el rock psicodélico, le hace uno de los mejores elogios contemporáneos a nuestra gran madre: Tonantzin.
*Imágenes: 1) TAU-EP; 2) www.frenteendefensadewirikuta.org