Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que vendría a verlo cuando ella muriera. Le apreté sus manos en señal de que lo haría, pues ella estaba por morirse y yo en plan de prometerlo todo”.
A todos se nos queda en la mente para siempre el profundo comienzo de Pedro Páramo, pero. ¿Por qué?
Todos albergamos frases aprendidas e inclinaciones artísticas inculcadas. La historia nos enseña que tal o cual creador es de gran calidad, y en ocasiones ello es tan obvio que no suscita cuestionamiento, pero en otras, surge polémica sobre ciertas eminencias. Existen otros casos, sin embargo, donde el consenso es simplemente un hecho, una cierta reverencia colectiva, muy silenciosa, como discreta y a lo largo del tiempo, y con Juan Rulfo pasa esto
Resulta extraño, pues en total, Rulfo no escribió más que un puñado de 200 páginas, solo dos novelas y un libro de cuentos, y luego decidió no escribir más, como si supiera que en el mundo de las letras su aportación ya estaba dada. A Rulfo se le incluye en el rubro de realismo mágico, por este surrealismo que se desdobla entre lo real y lo fantasmal-onírico-fantasía, pero su hechizo, va mucho más allá.
Se trata de una especie de voz humana, de tono, que Rulfo entendió, quizá por su sencillez misma. Su obra, sin embargo, ha sido a nivel mundial de las más traducidas a mayor número de idiomas. Es, reconociblemente, el autor mexicano más estudiado y leído. Y es que, algo resuena, Rulfo entendió la voz y manera elocuente y hermosa de entender el mundo de los que no tienen nada que perder pues no tienen nada, que solo son ellos mismos y sus experiencias:
Rulfo se fijaba en las personas comunes, pero extraordinarias, no iba en busca de la poesía rebuscada, su sensibilidad era real, en una anécdota a Fernando Benítez, por ejemplo, apuntó:
Un día habló de unas milpas de por el rumbo de Zapotlán donde se metían unos fulanos a escondidas a hacer sabe qué cosas. Hacían mecerse las milpas de mala manera. Entraban y salían. Entraban otros y salían los de antes. Algunos no salían. Las milpas seguían moviéndose. Sucedía todo esto todo el tiempo en ese tiempo en Zapotlán, pero nadie hablaba de eso en ese tiempo en Zapotlán.
Elogiado por autores tan disímiles como José María Arguedas, Jorge Luis Borges, Tahar ben Jelloun, Kenzaburo Oé, Susan Sontag, Mario Vargas Llosa, Urs Widmer y Gao Xingjian, o incluso por inmortales del cine como Werner Herzog, quien en algún dijo: “Juan Rulfo tiene una visión única, los personajes que narra son poderosos. Hay que leerlo para saber cómo desarrollar personajes, lo leo antes de calentar motores para escribir.”
A continuación compartimos fragmentos de otros autores que intentan explicar y reconocer el porqué de este encanto casi inefable de Rulfo, una especie de honestidad que viene desde la vos humana más honda, sincera:
- “Pedro Páramo es una novela perfecta, escrita por uno de los cinco mejores narradores del siglo pasado. Es tan perfecta que apenas se puede añadir algo más a esto, acaso tan solo añadir: sin comentarios.” Enrique Vila-Matas.
- "El lenguaje refinado que él mismo se ha inventado y que no encontré nunca en ningún escritor (…)Contaba con una prodigiosa imaginación”. Fernando Benítez
- “Su obra no tiene edad. El México de ayer, de hoy y de mañana es el México de Rulfo. Rulfo lo recreó y en algún sentido lo creó(..) Muertos y vivos susurran en sus páginas.” Enrique Krauze.
- “Como todo clásico, por que Rulfo ya lo es, nos habla tanto de su tiempo como el nuestro”. Jorge Volpi
- “Corremos el riesgo de repetir tanto que Rulfo es un símbolo de la mexicanidad que quizá acabemos convirtiéndolo el el nuevo Frida Kahlo. La obra de Rulfo va mas allá. Es un autor fundamental del idioma.” Antonio Ortuño.
- “Es el tipo de escritor que tiene el don puro, es decir un escritor misterioso”. Tomás Segovia.
¿Y tú, podrías explicar por qué Rulfo resuena de una manera profunda?. *Compártelo con nosotros en los comentarios.